Deuda emergente: el patito feo que podría brillar en 2026
Bajada del riesgo, menor endeudamiento público, mejora de la gobernanza monetaria y subidas del rating son algunos de los factores que podrían abonar el buen comportamiento de la deuda emergente el año que viene
El mercado de renta fija comenzará el año 2026 en un entorno de incertidumbre proveniente de tres ámbitos: el económico (con la publicación de datos mixtos), el monetario (con políticas divergentes a ambos lados del Atlántico) y el geopolítico (debido a la impredecibilidad de la guerra arancelaria).
Por eso, será un ejercicio marcado por la necesidad de efectuar una gestión activa de las carteras de renta fija, pero donde todavía será posible encontrar valor a lo largo de la curva de la deuda soberana, el crédito europeo high yield y, sobre todo, en la deuda emergente.
Al menos, eso es lo que piensan Ana Gil y Pilar Arroyo, directoras del equipo de renta fija de la gestora británica M&G Investments.
Deuda emergente: misma volatilidad, más rentabilidad
“La deuda emergente es una clase de activo que ha mostrado una gran resiliencia en los últimos dos años frente a la volatilidad global generalizada. En estos dos ejercicios, presenta la misma volatilidad que la renta fija desarrollada. Esto mejora el perfil de rentabilidad-riesgo de la deuda emergente. Porque, con la misma volatilidad, ofrece mayor rentabilidad que los bonos de países desarrollados”, apunta Pilar Arroyo.
En concreto, esta clase de activo ha ofrecido retornos del 12% de media, este año, que se podrían mantener en 2026, en su opinión.
“Ahora mismo, se está entrando con una TIR del 7 % en renta fija emergente emitida en divisa fuerte (dólares o euros). En los últimos 25 años, si compraste deuda emergente a esa TIR, no perdiste dinero en los dos años siguientes. Porque empiezas el año con un más 7 %. Ese cupón del que partes es un colchón que te va a proteger frente al ruido del mercado, una posible ampliación de los spreads (que están en mínimos) o una depreciación de las divisas”, añade esta experta.
¿Un sitio permanente en las carteras?
Más allá de la reducción de la volatilidad y las elevadas rentabilidades, hay otros factores que apoyan la apuesta de M&G por la deuda emergente y que, a su juicio, deberían reservarle un sitio permanente en las carteras.
El primero de ellos son “las mejoras estructurales en la credibilidad de los bancos centrales emergentes y la menor dependencia de la Fed. En segundo lugar, una mayor profundidad del mercado y una mayor liquidez. En tercero, una mayor disciplina fiscal en estos países", explica.
Así, por ejemplo, la ratio de deuda pública respecto al PIB se sitúa en el 50% en el caso de las economías emergentes, frente a porcentajes del 110 % en las desarrolladas.
Como consecuencia, estos países han visto una mejora de sus calificaciones crediticias en los últimos meses (en 2024, 14 de los 70 países del índice de deuda emergente vivieron mejoras del rating, en una tendencia que se ha mantenido en 2025).
Lo mismo ocurre con las perspectivas de crecimiento, que este año rondará el 4 % en las economías en desarrollo, frente al 1,6 % de las desarrolladas; y que en los próximos años se ampliará hasta una tasa anualizada del 1% en los países desarrollados en contraposición al 5% de los emergentes.
Junto con los anteriores motivos, Arroyo menciona el potencial de diversificación y la mejora de la calidad crediticia de las empresas emergentes, que presentan ratios de cobertura de intereses y apalancamiento inferiores (de una vez frente a 2,5 veces de las desarrolladas).
Sin apetito por la deuda emergente en España
Curiosamente, todos estos argumentos calan difícilmente entre los inversores españoles, tradicionalmente muy alejados de la deuda emergente.
“El apetito español por la deuda emergente es muy bajo. Debería tener una cabida estructural en las carteras. Pero no la tiene y muchísimas bancas privadas ni siquiera la consideran dentro de su benchmark de inversión. A veces, es un tema de percepción. Pero es muy difícil convencer al inversor español”, relata Alicia García Santos, responsable de M&G en España.
Razones tácticas para apostar por la deuda emergente
Pese a ello, estas expertas insisten en el interés que actualmente ofrece la deuda emergente.
Por eso, junto con esas razones estructurales para apostar por la deuda emergente, las expertas de M&G también mencionan motivos tácticos de más corto plazo.
Así, un dólar débil “es muy favorable a las divisas emergentes”, en una tendencia que se verá favorecida si la Fed sigue bajando los tipos de interés, como se espera.
El ejemplo de Brasil
Por países, estas especialistas citan el atractivo de Brasil, una economía con problemas de inflación en proceso de controlarse y cuya renta fija podría verse favorecida por un banco central a punto de entrar en un ciclo de recortes de los tipos de interés.
"Además, es una economía muy autárquica por lo que, si vuelve el ruido de los aranceles, Brasil es una economía aislada de este ruido”, explican.
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