El cóctel perverso que amenaza con revivir la crisis de la deuda
Los inversores incrementan la rentabilidad exigida a los bonos a largo plazo de Estados Unidos, Francia o Reino Unido ante una conjunción de factores que ha renovado los temores por su elevado endeudamiento público
Los fantasmas de la pesadilla que supuso la crisis de la deuda en países como Grecia, Irlanda, Portugal o España sobrevuelan de nuevo el mercado.
Un cóctel de factores ha renovado el miedo que nunca ha llegado a desaparecer del todo sobre la sostenibilidad del elevado endeudamiento público en numerosos países desarrollados.
Aunque, ahora, el foco está más en el corazón que en la periferia de la economía mundial, con los Estados Unidos, Francia o Reino Unido centrando las preocupaciones.
Ventas masivas de bonos a largo plazo
La inquietud sobre la deriva fiscal en estos países puede apreciarse en la evolución del bono estadounidense a 30 años, que cotiza con una rentabilidad próxima al 5%; del papel británico al mismo plazo, que se sitúa en máximos desde 1998; o del bono japonés a dos décadas, que se sitúa en niveles no vistos desde 1999.
También la deuda pública a largo plazo de países como Francia o Australia ha protagonizado fuertes ventas en las últimas semanas, con los inversores exigiendo mayor rentabilidad para financiar a los gobiernos en este contexto de temores al alza.
“No son miedos infundados. Hay razones. Igual que 2008 fue una crisis financiera explicada por el endeudamiento privado, ahora tenemos un riesgo apoyado en el endeudamiento público, que no solo es una cosa de las economías avanzadas, sino también de China”, explica Alicia Coronil, economista jefe de Singular Bank.
Aunque este miedo permanece latente desde hace años, diversos motivos lo han devuelto a la primera plana.
La crisis de liderazgo impacta en las finanzas públicas
Básicamente, la principal preocupación tiene que ver con la falta de determinación o capacidad de los gobiernos para embridar la deuda, en un marco de dudas sobre el crecimiento mundial, ante la amenaza que supone la desglobalización provocada por la guerra comercial.
“Ese proceso de desglobalización y desconfiguración del orden mundial rompe el libre comercio y supone una amenaza para el crecimiento global. A medio y largo plazo, el potencial de crecimiento va a ser menor en las economías avanzadas, que ya presentaban tasas de crecimiento poco dinámicas después de la pandemia”, relata Coronil.
Un ejemplo es la crisis política que vive Francia, donde el primer ministro, François Bayrou, convocó una moción de confianza para el próximo 8 de septiembre, que parece abocado a perder, lo que complicará aún más la gobernabilidad de una economía renqueante.
“El panorama político es incierto en este momento, pero es muy probable que el señor Bayrou tenga que dimitir. El presidente Macron podría entonces nombrar a otro primer ministro interino, que aún tendría un margen de maniobra limitado para implementar programas de reducción del déficit o convocar elecciones anticipadas", explica Guilhem Savry, experto de Edmond de Rothschild.
La deuda de Reino Unido, en el foco
Algo parecido ocurre en Reino Unido, donde la escasa popularidad del gobierno de Keir Starmer dificulta su capacidad para sacar adelante los presupuestos que debe presentar este otoño.
Como en el caso de París, reducir la deuda es una prioridad para Londres pues el servicio del coste de la deuda se ha disparado desde el 1,8% del PIB anterior a la pandemia hasta el 4% actual. Es decir, que Reino Unido gasta más en pagar intereses que en defensa.
Aunque la gran preocupación del mercado se centra en los Estados Unidos donde, a la amenaza que suponen las erráticas políticas de Donald Trump, se unen sus intentos por socavar la independencia del banco central, la Reserva Federal (Fed).
“Me preocupa más lo qué ocurre con los Estados Unidos, si finalmente vamos a un escenario en el que la Fed pierde su independencia. Ahí se estarían poniendo en riesgo fundamentales, no solo de los Estados Unidos, sino del sistema monetario a nivel global”, advierte Coronil.
La Fed es, con permiso del Banco Central Europeo, el banco central con más relevancia del planeta, por lo que las consecuencias de una injerencia política podrían ir mucho más allá de una espiral inflacionista: si los inversores pierden la confianza en la institución, podría darse una salida de flujos del dólar y de la deuda estadounidense con consecuencias impredecibles para la economía global al completo.
Adicionalmente, otros factores complican aún más la situación presupuestaria de los países desarrollados, como el incremento del gasto público debido al envejecimiento de la población o el aumento del gasto en defensa en un contexto de gran inestabilidad geopolítica.
España, a salvo (de momento)
En principio, España parece al margen de estas tensiones, dada la fortaleza de su economía, que se ha convertido en la locomotora de la zona euro. Pero tampoco hay que echar las campanas al vuelo.
“España no está señalada porque las perspectivas macro son positivas pero, si seguimos en un contexto en el que vamos a una senda de menor crecimiento y con debilidad política creciente de un gobierno que no es capaz de sacar unos presupuestos que se adapten a un nuevo entorno, y no ofrezca señales de estabilidad, podríamos ver repuntes en las tires”, explica Coronil.
Aunque no con la misma fuerza que en Francia, pues el déficit de España es del 0,5%, comparado con el 5,4% de Francia.
Con todo, esta experta cree que es poco probable que este riesgo desate una tormenta de manera inminente. Más bien, opina que se trata de un problema a largo plazo.
Aunque todo dependerá de la magnitud de las injerencias de Trump en la Fed pues, si la institución se pone al servicio de los intereses del millonario de manera descarada, "podría ponerse en duda el sistema al completo”.
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