Coronavirus. La inmunidad de grupo se convierte en una quimera

Los científicos consideran que ni siquiera con unas tasas de vacunación del 90 por ciento la inmunidad de grupo sería un objetivo realista por culpa de la variante delta

Una de las esperanzas más sólidas cuando empezó la pandemia del coronavirus era alcanzar la inmunidad de grupo a escala global. Sin embargo, este objetivo cada vez parece más una quimera.

Se pensaba entonces que el virus se encontraría acorralado cuando el porcentaje de vacunación alcanzase al 70 por ciento de la población. España podría conseguirlo esta semana, como así prometió el Gobierno. El problema es la variante delta, que lo ha cambiado todo.

Los cálculos de inmunización colectiva no se sostienen con esta cepa tan contagiosa, que en algunos casos incluso ha escapado a las defensas.

Si algo ha demostrado la variante delta es su poderosa eficacia en la transmisión. Los problemas que pueda traer los está descontando el IBEX 35, los bonos y el resto de bolsas europeas.

Ha golpeado a los países avanzados en vacunación, como el Reino Unido y los Estados Unidos y está metiendo en serios problemas a los que optaron por la estrategia de infecciones cero, como China y Australia.

La variante delta eleva el umbral de inmunidad hasta cerca del 90 por ciento

Tanto es así que China ha desenterrado la hoja de ruta dura contra la pandemia, a base confinamientos selectivos, más restricciones a la movilidad y test masivos. El país se prepara para lo peor y su economía se resiente, como se acaba de ver con la producción industrial.

Tampoco se libró del impacto Israel, el país más avanzado del mundo en vacunación, que lleva algunas semanas administrando la tercera dosis de la vacuna a su población más vulnerable. Los resultados preliminares son prometedores pero no cambian mucho el panorama.

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La Sociedad Estadounidense de Enfermedades Infecciosas estimó que la variante delta había elevado el umbral de inmunidad colectiva a más del 80 por ciento y posiblemente cerca del 90 por ciento.

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Este objetivo ya es muy complicado para los países más avanzados, que tienen vacunas disponibles pero encontraron en el escepticismo de muchos ciudadanos su gran enemigo. Para los países donde las vacunas son escasas, alcanzar el 90 por ciento es simplemente un imposible.

La utopía de alcanzar la inmunidad colectiva

Así las cosas, alcanzar la inmunidad colectiva a escala global parece más complicado que nunca, prácticamente una utopía. Es “muy poco probable”, reflexionó Greg Poland, director del grupo de Investigación de Vacunas de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota.

Su opinión, ni siquiera con tasas de vacunación del 95 por ciento se conseguiría. El problema es que el virus amenaza con volver a mutar y dar origen a otra variante todavía más transmisible. Y lo que es peor, que escape al efecto de las vacunas.

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Tampoco la inmunidad natural de las personas que ya pasaron la enfermedad ofrece mayores garantías. El temor son las variantes futuras y las posibles mutaciones que pueda generar el virus.

“Si fuera tan simple como contraer la enfermedad una vez y ser inmune de por vida, sería genial pero no creo que este sea al caso”, dijo S.V. Mahadevan, investigador la Universidad de Stanford. "Es un problema preocupante”, añadió este experto.

Sin inmunidad de grupo, el virus podría resistir durante décadas y obligaría a los países a revisar sus estrategias. Pasaría en China, donde habría que aplicar políticas más flexibles. Y en países como el Reino Unido o los Estados Unidos, es posible que hubiese sucesivas oleadas.

Los gobiernos insisten en el empeño

A pesar de que alcanzar la inmunidad colectiva es muy complicado, muchos gobiernos siguen insistiendo en lograr el porcentaje del 70 por ciento. Es el caso de España.

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El problema es que la escasez de vacunas a escala global, y el enfoque individualista de muchos países, es la peor de las soluciones. Mientras la vacunación no alcance a todos los estados, siempre existirá el riesgo de nuevas mutaciones más infecciosas.

Hay vacunas de segunda generación, como algunas de las que desarrolla el CSIC, que apuestan por la esterilización. Es decir, por impedir que el virus se transmita. Pero no se esperan como pronto hasta mediados del año que viene.

La esperanza ya no pasa por erradicar la variante delta, sino en hacerla menos dañina. “No es algo que podamos erradicar, incluso con la variante alfa ya era difícil, pero sí es posible una inmunidad suficiente con las vacunas que hagan la enfermedad más leve”, dijo William Hanage, epidemiólogo en la Universidad de Harvard.

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