Iberdrola aterriza en Australia. ¿Qué puede aprender de su experiencia en los EE.UU.?

Iberdrola entra de la mano de un socio local para conquistar Australia. Las lecciones aprendidas en los EE.UU. serán claves para hacerse con este diamante en bruto.

Iberdrola acaba de poner un pie en las Antípodas tras anunciar una oferta de compra (OPA) por el 100% de la australiana Infigen, por la que pagará 510 millones de euros.

La operación supone apenas el 0,8% de los 64.000 millones de euros que capitaliza en bolsa Iberdrola, y prácticamente no tendrá impacto alguno sobre sus ratios operativos y financieros, aunque convertirá al mercado australiano en una importante alternativa de crecimiento.

También implica echar las redes más allá de mercados clave, como Brasil, México, España, el Reino Unido o los Estados Unidos. Y en este sentido, la experiencia estadounidense y los problemas que ha tenido que ir solventando, pueden resultar muy valiosos para el grupo.

Y es que la trayectoria de la eléctrica en los Estados Unidos no ha sido precisamente un camino de rosas. De hecho, hace casi cinco años decidió ir de la mano de un socio local para acelerar las oportunidades de crecimiento.

Avangrid, la punta de lanza

Así, a finales de 2015 se hizo con la estadounidense UIL Holding por 3.000 millones de dólares y la fusionó con su división en el país.

De esa operación nació la actual filial, Avangrid, que empezó a cotizar en Wall Street el 17 de diciembre de 2015 y tiene ahora una capitalización de 12.800 millones de dólares.

La empresa reportó un beneficio de 242 millones de euros en sus primeras cuentas tras la fusión, mientras que en 2019 la cifra escaló ya hasta los 585 millones de euros. 

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Desde que Iberdrola tomó los mandos, las acciones de Avangrid se revalorizan un 25%, y aunque este saldo ha estado a punto de evaporarse con la crisis del coronavirus, la filial aguanta el tipo en bolsa pero tampoco brilla especialmente. De hecho, en comparación con la matriz y en el mismo periodo, los títulos de la Iberdrola ganan el 55%.

Avangrid opera en 25 Estados y sus activos están valorados en 33.000 millones de dólares, pero lo más interesante es que prácticamente toda su producción es renovable, ya que con sus 7.500 megavatios es el tercer operador del país.

Sorteando obstáculos

Sin embargo, llegar hasta aquí no ha sido fácil, pues el mercado estadounidense de energía eléctrica es muy particular. En concreto, “el país está formado por distintos estados, que a su vez tienen diferentes grados de interconexión”, dice Ángel Pérez, analista de Renta 4 Banco. Y no es fácil trasladar el negocio de un sitio a otro.

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Además, “es un negocio que se considera en muchos aspectos estratégico, por lo que es complicado entrar en proyectos eléctricos”, recalca Pérez. La empresa tiene que ser capaz de demostrar que va a mejorar mucho la situación actual para que cualquier compra pueda ser autorizada.

Por si fuera poco, la Administración Trump no es tan proclive a fomentar las renovables, y de hecho las ayudas se cortaron y los nuevos proyectos no han podido contar con ellas.

A este respecto, el proteccionismo también es importante, porque supone un incentivo para que los gobiernos barran a favor de las empresas nacionales, de ahí la importancia de contar con un socio local.

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Vinyeard Wind, la china en el zapato

Y ni siquiera contando con Avangrid la eléctrica vasca lo ha tenido fácil. La prueba evidente es que aún no ha sido capaz de sacar adelante el proyecto de eólica marina de Vineyard Wind, en el que tiene previsto invertir 2.500 millones de euros para generar 800 megavatios.

Pero no hay mal que cien años dure, y el Gobierno estadounidense acaba de anunciar que el proyecto ha superado la fase de estudio ambiental a nivel federal, con lo que solo queda la aprobación definitiva, que debería llegar a finales de año.

Contar con este proyecto es fundamental para Iberdrola, por lo que aportará al negocio pero también por el efecto simbólico que supone acabarlo, ya que Estados Unidos solo tiene un parque de energía eólica marina de producción bastante testimonial.

De hecho, Avangrid acaba de fichar como nuevo consejero delegado a Dennis Arriola, un experto en energías renovables, tras la jubilación de su anterior CEO, James Torgerson. Su nombramiento refleja por dónde irán los tiros en el futuro.

Pero mientras que en Australia se trata de poner la primera piedra, la estrategia de la eléctrica en los Estados Unidos es completamente diferente: la idea es convertise en un gigante capaz de competir con los grandes actores de la energía eólica marina.

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Como explica Miriam Fernández, responsable de ESG de Ibercaja Gestión, lo que hace falta es "más experiencia y mucha escala, balance y músculo financiero". 

A nivel global, solo hay seis gigavatios instalados de eólica marina pero entre 2025 y 2030 se instalarán 30 gigavatios al año. Por eso, "el potencial de la eólica marina es monumental y tiene todo el sentido del mundo aprovechar estas economías de escala", recalca Fernández

La importancia del socio local

De la aventura estadounidense, Iberdrola puede sacar en claro que contar con un socio local es fundamental, pero tampoco supone una garantía de éxito.

Al final, el hecho de entrar ahora en Australia de esta forma, con un socio local, “supone valorar al equipo gestor de Infigen, que han ido ganando proyectos y han dotado a la empresa de una cartera atractiva”, recalca Pérez.

Y es importante contar con un equipo gestor experto y bien relacionado. Al fin y al cabo, como recuerda Álvaro Navarro, analista de Mirabaud Securities en España, “Australia se convertirá en otra alternativa de crecimiento”.

A su juicio, las oportunidades de expandirse surgirán, aun cuando el mercado australiano “parece bastante competitivo”. Pero Navarro espera que “Iberdrola aplique sus economías de escala y conocimiento de energías renovables para mejorar la operación de activos de la compañía australiana”.

Australia, un diamante en bruto

El interés de Iberdrola tiene justificación porque su mercado energétivo es un diamante en bruto. De entrada, cuenta con amplia extensión, núcleos de población agrupados y una orografía muy plana, como México, lo que es muy positivo para la logística.

Pero lo que es más importante, "la transición energética es muy incipiente, ya que solo el 24% del mix de generación es renovable", recuerda Fernández.

Australia tiene un plan para ser 100% renovable en 2030 y con objetivos que podrían suponer una instalación de cuatro gigavatios anuales.

El crecimiento potencial es muy fuerte, también en eólica marina, que prácticamente no existe. La buena noticia es que podría haber un potencial de 2 gigavatios, cuando a nivel global solo hay instalados seis gigavatios. Así que hay mucho por crecer. 

En su opinión, de Fernández, la manera elegida por Iberdrola para entrar en este mercado es "muy inteligente", pues supone empezar con un cierto 'expertise' que ya existe.

En cierta forma, "lo que está pagando Iberdrola es el pipeline", el acceso a una cartera de proyectos renovables en torno a un gigavatio, recuerda la experta de Ibercaja Gestión.  

Tesorería holgada

Otra cuestión interesante que deja esta operación, además del momento elegido por la eléctrica vasca, en plena pandemia del coronavirus, es la forma en que se afrontará el pago, recurriendo a la tesorería.

En realidad, estas transacciones se suelen hacer casi siempre recurriendo a la emisión de deuda, pero en el caso de Iberdrola, la caja disponible ronda los 8.000 millones de euros, lo que deja margen suficiente para actuar. De hecho, la ratio deuda/ ebitda pasaría de 3,38 a 3,42 veces, según calculan en el Sabadell.

Por eso mismo, los analistas consultados no creen que hubiera merecido la pena acometer la operación mediante emisiones de deuda. “La posición de liquidez tiene cobertura para 38 meses, es decir, si no ingresasen ningún euro, tendrían para pagar tres años”, dice Pérez.

El patrón inversor

En todo caso, las últimas adquisiciones de la eléctrica tampoco siguen un patrón claro de tamaño. El grupo compromete inversiones y cierra adquisiciones a medida que van surgiendo las oportunidades.

Así, a mediados de mayo anunció la compra de dos proyectos eólicos en Escocia por 190 millones de euros. Y a principios de marzo se hizo con el 30% que le faltaba del proyecto eólico marino Saint-Brieuc, en la costa francesa, que supuso una inversión de 2.400 millones de euros.

Lo que sí está claro es que la diana son las renovables, donde el grupo destinó el 48% de los 6.826 millones de Capex o gasto en capital.

Otra cosa es el papel que supone España dentro de esa inversión en renovables, ya que de los 2.500 millones que dedicó el grupo a este segmento, solo 400 fueron a proyectos nacionales, apenas el 16%.

Que España no sea destino preferente para las inversiones de Iberdrola tiene una explicación, en la medida en que los proyectos están muy parados. “Ni siquiera ganó nada en las últimas subastas porque tampoco le interesaba”, dicen en fuentes del sector.

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