Los 420 euros, loable pero insuficiente

El Gobierno acaba de aprobar una ayuda extra de 420 euros para los parados en situación crítica, personas -en muchos[…]

El
Gobierno acaba de aprobar una ayuda extra de 420 euros para los parados en
situación crítica, personas -en muchos casos familias- que ya han agotado su
prestación y no disponen de más recursos para seguir adelante. La medida es muy loable, pero se antoja
claramente insuficiente desde todos los puntos de vista.
Primero, porque la
cantidad ayuda pero no soluciona nada. Apenas si resiste un par de envites
serios llenando el carrito de la compra en Carrefour. Y no digamos nada si
encima hay que utilizarla para hacer frente a la hipoteca.

Que
este dinero se esfumará a toda pastilla de los bolsillos es un hecho cierto. Lo que no parece tan claro es que sirva
para sacar a los parados del pozo.
Me comentaba el economista israelí
Robert Aumann, premio Nobel de Economía, que este tipo de medidas no son nada
acertadas en situaciones actuales, dado que reducen los incentivos para buscar trabajo. Quizás sus ecuaciones
estén en lo cierto. Pero Aumman, y todos aquellos que reniegan del estado
paternalista, no se tienen que enfrentar al drama que supone llenar la nevera
con la billetera escurrida. Por eso, la medida del Gobierno es loable, aunque no
sirva para reducir las listas del paro y al final se vaya a pagar con nuestro
dinero. Que es mucho.

A bote
pronto, serán 300.000 personas las
beneficiadas con esta ayuda, durante un periodo mínimo de seis meses
,
aunque el plan no tiene fecha de caducidad, dependerá de los designios del
mercado laboral. Seis meses para las personas, y no para el programa, que a
juzgar por las sombrías perspectivas del empleo, se antoja que tendrá una larga
vida. De hecho, el Gobierno mantendrá
esta ayuda mientras el paro no baje del 17%. Las previsiones más optimistas
dicen que no será al menos hasta 2012.

Al mes,
nos iremos a un gasto de 126 millones de euros, y al cabo de medio año, esta medida supondrá un desembolso de 756
millones.
En dos años más con esta prestación -tirando por lo bajo- el
gasto puede superar tranquilamente los 3.000 millones de euros. Más carga para
las maltrechas cuentas del Estado. Más
presión para un déficit público que se acerca ya a los 40.000 millones de
euros.
Con todo, bienvenido sea si alivia la situación de los más
necesitados.

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Pero
los árboles no pueden ocultar el bosque. Además
de apoyo paliativo coyuntural, el mercado laboral necesita un urgente giro
estructural.
¿Por qué no se fomenta más la contratación a tiempo parcial?,
por ejemplo. Servidor vivió más de un año en Escocia con tres trabajos
distintos. Dos horas en un sitio, tres en otro...y al final, un sueldo decente. Allí
es lo más normal del mundo y los trabajadores lo aceptan sin problemas. Aquí
sería impensable, empezando por los sindicatos, que pondrían el grito en el
cielo esgrimiendo la bandera de la precariedad.

¿Y si hay que cambiar de ciudad - o incluso
de país- para conseguir un empleo?
Pues adelante, la flexibilidad laboral
consiste en esto. No estamos hablando de despido libre. Simplemente, de coger
el toro por los cuernos. Es de suponer que muchos parados aceptarían estas
soluciones. También habrá quien prefiera seguir cobrando las ayudas del Estado
mientras prueba suerte en la economía sumergida. Lo que hace falta es que gobierno, sindicatos y patronal se sienten con
calma y solucionen estas cuestiones
desde el interés general para todos.

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