Delta sacude al mercado de bonos corporativos

La deuda corporativa vive la peor semana desde el mes de abril en medio del miedo a la variante delta

La deuda corporativa ha vivido estos días la peor semana desde abril en medio del miedo creciente a que las distintas variantes del coronavirus (y, entre ellas, la india delta) hagan descarrilar la incipiente recuperación en todo el mundo.

Estas turbulencias se han vivido con mayor incidencia en Asia, donde los diferenciales de la deuda de mayor calidad denominada en dólares se ampliaron a niveles de abril pasado.

La situación sanitaria en la región, que pareció anticiparse al resto del mundo en el control de la pandemia, se ha deteriorado en las últimas semanas, con Japón y Corea anunciando medidas en este sentido y China avisando de que la economía va a necesitar apoyos adicionales, esta misma semana.

El agravamiento de la situación sanitaria agita el mercado de deuda

Asimismo, preocupa la lentitud de la campaña de vacunación en algunos países asiáticos, que va más despacio que en Occidente.

Aunque la situación del mercado de renta fija no es exclusiva a Asia. Así, las primas de la deuda ‘high yield’ estadounidense, que tocaron mínimos desde 2005 en junio, se han dado la vuelta y vivían esta semana la mayor subida desde marzo.

Además de la deuda, otros activos dejaban también sentir la preocupación por el deterioro de la situación sanitaria, que puede conllevar un retraso en la recuperación económica.

De este modo, los mercados de renta variable vivieron su segunda peor jornada del año el jueves, con el índice Hang Seng chino encadenando su octava jornada consecutiva a la baja.

Se desvanecen los catalizadores de 2020

“Los mercados lo están pasando mal porque muchos de los grandes catalizadores de 2020 se están desvaneciendo: el apoyo monetario de fondo, los estímulos fiscales y las vacunas, que se están desacelerando”, dice un informe de Bank of America enviado este viernes.

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A juicio del banco de inversión, estas señales indican que “el cambio de régimen en los mercados está en marcha” y ya no hay tantas señales de burbuja, con los activos renovables un 20 por ciento por debajo de sus máximos.

En ese sentido, muchos inversores se preguntan ahora mismo qué hacer en el mercado de deuda corporativa (donde se han refugiado muchos inversores ante la falta de rentabilidad de los bonos soberanos).

El ejemplo de 2018 se puede aplicar en 2021

Para responder a esta pregunta, Bank of America echa mano de lo sucedido en 2018, cuando las noticias del ‘tapering’ provocaron un comportamiento mucho mejor de la deuda de peor calidad frente a la de grado de inversión.

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“Pensamos que esa hoja de ruta se mantiene (...) El high yield y otros subsegmentos más orientados al crecimiento tienen mayores posibilidades de hacerlo bien gracias al robusto e histórico ciclo de subidas de las calificaciones crediticias”, dice el documento enviado por la entidad.

Pero, más allá de eso, Bank of America cree que la estrategia ganadora es invertir en bonos verdes, un activo apoyado por el Banco Central Europeo y la Comisión dentro de su estrategia de transición energética y también por los fondos de recuperación comunitarios.

“Ayer (por el jueves), la revisión de la estrategia del BCE dejó muy claro que el futuro es un QE verde. Ya no se van a comprar bonos de grado de inversión de manera pasiva y neutral para el mercado. En su lugar, el cambio climático va a dictar quién son los beneficiarios”, dice el informe, firmado por el estratega de crédito de la firma Barnaby Martin.

En ese sentido, aunque el BCE no implementará el QE verde hasta 2022, Martin cree que el mercado va a anticipar este movimiento.

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Y ahí saldrá beneficiada la deuda de sectores como la energía y la industria (mejor preparados para ser elegibles por el QE verde) o la construcción (que, a su juicio, tiene un elevado volumen de deuda etiquetada, por lo que “debería seguir siendo uno de los favoritos”).

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