La carrera por la IA traslada la presión inversora a la renta fija

El auge de la IA impulsa una oleada histórica de emisiones de bonos y reabre el debate sobre una posible burbuja financiera

La revolución de la inteligencia artificial (IA) ya no se limita a la renta variable ni al capital riesgo. El nuevo frente de batalla está en los mercados de bonos. Lo que hace apenas seis meses era un fenómeno casi invisible en la renta fija pública se ha convertido en una tendencia clara: los grandes protagonistas de la IA, los llamados hiperscalers, están recurriendo de forma creciente a la emisión de deuda para financiar una carrera inversora sin precedentes.

Amazon, Google, Meta, Microsoft u Oracle habían sostenido hasta ahora su ambicioso gasto en capital gracias a un fuerte flujo de caja libre y a fuentes alternativas como el crédito privado o el capital privado.

Sin embargo, el fuerte aumento previsto del capex para los próximos años está forzando un cambio de estrategia. Con la remuneración al accionista y las recompras de acciones limitando el margen financiero, los mercados de bonos se han convertido en una pieza clave del engranaje.

Solo en los últimos tres meses, el volumen de emisiones ha sido contundente: Meta ha colocado 30.000 millones de dólares en bonos, Alphabet 25.000 millones, Amazon 20.000 millones y Oracle otros 18.000 millones. Un ritmo que, según Aberdeen, anticipa que el reciente exceso de oferta no será un episodio puntual, sino una tendencia que se mantendrá en el corto y medio plazo.

Un esfuerzo inversor de escala histórica

La magnitud del reto explica este giro hacia la deuda. Los centros de datos optimizados para IA requieren inversiones colosales. Construir una instalación de este tipo puede costar hasta 50.000 millones de dólares, aproximadamente el triple que un centro de datos convencional, dependiendo de la tecnología y los chips empleados.

Las estimaciones no dejan lugar a dudas sobre la escala del fenómeno. Morgan Stanley calcula que la financiación total de centros de datos alcanzará los 3 billones de dólares en 2028, mientras que JP Morgan y McKinsey elevan la cifra hasta entre 5 y 7 billones de dólares en 2030. Oxford Economics, además, traza un paralelismo inquietante: el ritmo actual de inversión en IA desde 2023 es comparable al auge de Internet en la década de 1990.

Este esfuerzo se traduce en previsiones de capex en fuerte aceleración. Los cinco grandes hiperscalers podrían aumentar su inversión en capital un 40% en 2026, hasta los 500.000 millones de dólares, y otro 17% adicional en 2027, hasta rozar los 600.000 millones.

Energía: el cuello de botella silencioso

A la inversión tecnológica se suma un desafío adicional: la energía. La Agencia Internacional de la Energía estima que el consumo eléctrico de los centros de datos se duplicará para 2030, mientras que el de los servidores optimizados para IA se multiplicará por cinco.

BloombergNEF va aún más lejos y calcula que, para 2035, los centros de datos consumirán 1,6 TWh a nivel global, elevando su peso en la demanda energética mundial del 1,3% actual a cerca del 4,4%. En términos comparativos, para 2030 los centros de datos consumirán tanta energía que, si fueran un país, serían el cuarto mayor consumidor del mundo, solo por detrás de China, Estados Unidos e India.

Este factor añade una nueva capa de presión financiera y refuerza la idea de que las necesidades de financiación seguirán siendo elevadas durante muchos años.

El mercado de crédito empieza a tensarse

Los mercados de bonos ya están reaccionando. Los diferenciales de crédito de grado de inversión en Estados Unidos se han ampliado un 12% desde finales de septiembre, en parte como respuesta al aumento de emisiones y a las dudas sobre cómo se financiará el auge de la IA.

Según Morgan Stanley, algo menos de la mitad de los 3 billones de dólares necesarios hasta 2028 podrían cubrirse con generación de caja. El resto se repartirá entre crédito privado, capital privado, fondos soberanos y, de forma creciente, los mercados de bonos públicos. En este contexto, alrededor de 450.000 millones de dólares tendrían que captarse vía deuda, de los cuales entre 200.000 y 250.000 millones procederían del mercado de crédito con grado de inversión.

JP Morgan estima que el 14% del mercado estadounidense de deuda investment grade ya está vinculado directa o indirectamente a la IA, una proporción que previsiblemente seguirá creciendo.

Claves para el inversor en renta fija

Desde Aberdeen, el mensaje es claro: el sector tecnológico debe abordarse con un enfoque táctico. Para las estrategias centradas en bonos a corto plazo, el aumento de la oferta abre oportunidades para incorporar emisores de alta calidad a valoraciones más atractivas tras los reajustes del mercado.

En cambio, en carteras de vencimientos más largos, la clave será la agilidad. Gestionar de forma activa la exposición al universo IA permitirá aprovechar futuras oleadas de emisiones sin asumir un exceso de riesgo en momentos de saturación del mercado.

¿Estrategia o burbuja?

La conclusión es ambivalente. La revolución de la IA está en marcha y su financiación será masiva. Los mercados de bonos ya han tomado nota y, todo apunta, serán protagonistas de esta nueva fase del ciclo tecnológico. El reto para el inversor será distinguir entre el ruido de una posible burbuja y las oportunidades reales que ofrece este “muro de oferta”.

Ser selectivo, disciplinado y flexible será clave para navegar un mercado donde la IA ya no solo impulsa acciones, sino también balances y emisiones de deuda a escala histórica.

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