¿Se puede perder con un póquer de ases en la mano?

Sí, lo cierto es que sí. Y el mercado acaba de mostrar de nuevo que este axioma, tan antiguo como[…]

Sí, lo cierto es que sí. Y el mercado acaba de mostrar de nuevo que este axioma, tan antiguo como la bolsa misma, tiene total actualidad. Si no fuera por el descalabro de la deuda pública europea, los mercados, en concreto el español, hubiesen recibido con alzas los resultados y dividendos que han anunciado esta semana cuatro ases del Ibex. Pero el pánico es miope y las rebajas en la calificación de las deudas soberanas de Grecia, Portugal y España (por este orden) han cegado a los inversores.

Pasada la tormenta, las aguas vuelven poco a poco a su cauce y, hoy, los índices recuperan parte del terreno perdido en la tormenta de las dos sesiones anteriores. Parte de esta recuperación se debe sin duda a los buenos resultados que se han conocido estos días. Los dos grandes bancos han realizado un primer trimestre brillante y presentado un panorama más que aceptable para 2010.
BBVA ha conseguido mantener los resultados del primer trimestre de 2009. Santander gana un 6% más. Otro gigante del Ibex como Iberdrola crece en beneficio un 16% y la petrolera Repsol ha aumentado sus ganancias un 30%. Otro síntoma de salud empresarial que se acaba de lanzar al mercado ha sido el dividendo que repartirá Telefónica: un 30% por ciento más. Y ahí no se paran las buenas noticias empresariales. Gas Natural Fenosa cierra el primer trimestre con aumento del beneficio del 9%. BME sube un 8%...

En otro momento, una ráfaga de resultados y anuncios de dividendo como la que se acaba de conocer esta semana hubiese levantado a un muerto. Pero ha sido insuficiente para la bolsa. Fuera de España el panorama es similar. Conoco, UPS, Basf, Exxon... son algunas de las compañías que han podido presentar unas cuentas más que aceptables a sus accionistas. Cierto que hay quien acusa la crisis. Popular, Bankinter, Grifols o Cepsa han bajado su beneficio respecto a los tres primeros meses de 2009.

Pero es el fantasma de la deuda pública el que sigue y seguirá pesando en el ánimo de los inversores más que el candil de la salud de las compañías. Y de momento es el que hará que las bolsas, al menor cambio en el horizonte, vuelvan a registrar descensos de vértigo. De nada sirven de momento los triunfos de las compañías, mientras no se disipen las dudas del rescate griego.

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