Los rusos chafan la fiesta

Durante semanas, hemos utilizado el argumento de la debilidad económica como la principal explicación para justificar la caída sostenida en[…]

Durante semanas, hemos utilizado el argumento de la debilidad económica como la principal explicación para justificar la caída sostenida en el precio del petróleo. Desde los 150 dólares marcados en julio de 2008 ha llegado a caer hasta los 36 dólares el barril, el pasado 24 de diciembre. Ante los malos datos macroeconómicos, en el mercado los operadores descontaban una menor demanda de crudo, lo que ha ido espantando progresivamente a los múltiples especuladores que a principios de 2008 recurrieron al mercado de materias primas en busca de activos refugio. Sin embargo, después de cinco meses de descensos continuados, y con la idea de que lo peor de la crisis está por venir, la tensión vuelve a este mercado por otras vías, más políticas que económicas. Y son los rusos los culpables.

El recorte ordenado por Moscú del suministro del gas ruso que pasa por Ucrania afecta a toda la Unión Europea, lo que se está traduciendo en una subida del petróleo que ya alcanza los 50 dólares (ya sube casi un 40% en diez días) y una dura caída en las Bolsas. La decisión de la empresa rusa Gazprom (precisamente aquella sobre la que circularon rumores de que podría estar interesada en Repsol) de cortar el aprovisionamiento a Ucrania afecta a más de 16 países de la Unión Europea. De hecho, el 80% del abastecimiento europeo de gas y petróleo procedente de Rusia se efectúa a través de Ucrania (en Bulgaria, por ejemplo, supone el 90% del suministro).

La situación hace visible el viejo problema de Europa de su fuerte dependencia energética. Y, lo que es peor, aumenta las dudas acerca de la fiabilidad de Rusia como socio comercial. Además, como telón de fondo, la misma película de siempre: Rusia vuelve a usar la energía a su antojo como arma disuasiva de política exterior. Más que en la política de precios (Gazprom impone una subida de tarifas que no están dispuestos a soportar los ucranianos), la clave de la actual guerra del gas hay que buscarla en las rencillas políticas entre ambos países. Los rusos, por ejemplo, no soportarían ver a Ucrania en la OTAN, objetivo en la agenda inmediata para este último país.

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