¿Hasta dónde puede llevar a las bolsas el temor a la recesión?

Ni la prohibición de posiciones bajistas en la banca, ni la inclusión express del control del déficit en la Constitución, ni la garantía de que el BCE comprará la deuda de los PIGS son argumentos que contenten a los inversores. El toque de retirada de la renta variable se ha convertido en estampida descontrolada.

¿Es de extrañar esta reacción de los mercados? ¿Qué motivos tienen los inversores para coger los bártulos y salir pintando? Pronto veremos a los políticos llamando a la calma. Pero lo cierto es que nadie ha hecho caso en agosto de la que se venía encima. Los Gobiernos europeos han vuelto a posponer una solución a los problemas de deuda soberana. El error de no querer incluir el riesgo soberano en los "estrés test" de los bancos europeos ha dejado a éstos a los pies de los caballos. La banca está pagando el error de no querer mostrar sus desnudeces a los inversores.

Hoy se confirma, insoslayablemente, que todo lo que está mal es susceptible de empeorar si no se hace nada para remediarlo. ¿Hasta dónde? Es la pregunta que se hacen los pocos que conservan la calma. Ahora no es Europa lo que está en cuestión. Es una recaída de Estados Unidos en la recesión la que está a la vuelta de la esquina. Tenemos, pues, por delante varias sesiones como las que se vivieron en la primera quincena de agosto.

Pero no es la primera vez que recorremos este camino. Si algo de luz se puede añadir a la oscuridad que diluye la confianza del inversor es que ya conocemos dónde pusieron freno los mercados a su huída desbocada en marzo de 2009. En el Ibex fue en los 6.817 puntos. Hay varias puertas contención en el camino. Pero nunca desde que estallara la crisis financiera el panorama había sido tan oscuro.

No es descabellado ponerse en ese horizonte de suelo mientras persista el riesgo de recesión inminente de que ha advertido el FMI. Caer por debajo de los 7.000 puntos quedaría reservado para el escenario en que la recesión se confirmase.

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