A nuestra bolsa le crecen los enanos ilíquidos
Son tantos que unidos podrían ser muy poderosos, pero en estos tiempos de nones de los analistas e inversores a[…]
Son tantos que unidos podrían ser muy poderosos, pero en estos tiempos de nones de los analistas e inversores a lo pequeño, nuestros chicharros están de capa caída. Lo peor del caso es que para ser un valor ilíquido, el tamaño no es óbice. Lo es la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) con un free float testimonial y lo puede ser también, si decide salir a bolsa recortando su tamaño, otra gran compañía como la corporación de Caja Madrid.
Si quiere dar el salto a unos mercados cerrados por el miedo y la desconfianza a la renta variable, Miguel Blesa deberá sacrificar la liquidez del valor a cambio de dar el salto a la bolsa, cueste lo que cueste. Se uniría a un gran número de empresas que cotizan con un nivel de liquidez contra el que ya ha clamado al cielo la propia Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Ni garantizan a los inversores entrar y salir con facilidad ni, sobre todo, permiten que se les asigne su auténtico valor de mercado.
Son, dicho de otra forma, valores fácilmente controlables y de hecho 'intervenidos'. Ahí está el caso de inmobiliarias como Metrovacesa y hasta hace dos semanas Reyal Urbis, que bajan mucho menos que la media del sector sin razón aparente o, en otro sector también tocado pero no hundido, un valor como Renta 4, que cae la tercera parte del Ibex con el 90% del volumen generado por el propio broker.
Mientras nuestra bolsa pierde pesos pesados o valores muy representativos de sus sectores -el caso de Aldeasa, Terra o Cortefiel o, dentro de un rato, de Unión Fenosa, por ejemplo-, los que llegan al mercado o son muy pequeños o los paquetes que colocan en el mercado son insignificantes. Y otros buques insignia, Criteria sin ir más lejos -y ya puede ir tomando nota la corporación de Caja Madrid-, tienen un más que discutible 'sex appeal' bursátil.
En un momento de clara reducción de los volúmenes negociados en bolsa, no es buena noticia está proliferación de pequeñines. Si la bolsa gana todo el sentido cuando el volumen de contratación justifica el movimiento arriba o abajo de las cotizaciones, pierde su propia esencia cuando el chicharro impone su ley. Siempre fueron un acompañamiento atractivo; ahora, disfrazados también de gran empresa, son multitud.