¿Qué fue de los llamados Ahorro 5 del Gobierno?

Estos productos no han terminado de sustituir a los depósitos o fondos como vehículos alternativos de ahorro. Las limitaciones con las que nacieron han sido su peor enemigo.

Dos años después de su entrada en vigor el Ahorro 5 no termina de despegar como alternativa a los depósitos. Y aunque los planes de ahorro bajo formato de seguro continúan ganando presencia (a cierre del pasado septiembre, los también conocidos como seguros individuales de ahorro a largo plazo SIALP recabaron 1.663 millones de euros) siguen lejos de las cifras de los depósitos. 

Según los datos del Banco de España, las imposiciones a plazo fijo captados por las entidades financieras que operan en España propiedad de familias e instituciones, alcanzaron los 771.200 millones de euros en diciembre de 2016, lo que supone 16.900 millones más (el 2,2 por ciento) que al cierre de 2015, cuando eran 754.300 millones. José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de Banca (AEB) explica que este incremento se basa «en la confianza, seguridad y hasta rentabilidad considerando los tipos de interés negativos en plazo cortos de la deuda pública».

Lo cierto es que el Ahorro 5 ha tenido varios obstáculos desde su nacimiento: escasa rentabilidad, plazos muy largos o límites en la inversión. Como explica Enrique Borrajeros, director desarrollo de Negocio en Abante Asesores y presidente del comité de comunicación de EFPA, «el lazamiento de estos productos no resolvía ninguna de las necesidades del ahorrador. Es cierto, que venía para posicionarse entre inversores y ahorradores, con cierta orientación, incluso con objetivos a medio plazo, pero nacía muy limitado tanto en aportaciones como en los precios y, aunque le sumes la exención fiscal, si aportas poco y ganas poco esas ventajas fiscales también son pequeñas».

Mar Barrero, analista de Profim, también cree que el momento en el que fue lanzado no era el más adecuado para productos de menor riesgo. «Con los tipos de interés en niveles cercanos al cero por ciento es difícil lanzar productos que sean realmente competitivos en este segmento del ahorro. Salvo excepciones, la rentabilidad que pueda dar este tipo de productos, en su modalidad más conservadora, apenas sí alcanza el 1 por ciento».
El problema, continúan los expertos, para explicar porqué el producto no ha despegado es que desde el primer momento «el vehículo fue poco interesante y no era una alternativa a nada, salió como una especie de parche: un producto de ahorro finalista» pero con escasas rentabilidades ya que al estar garantizado en un 85 por ciento del capital impedía explorar otras alternativas como la renta variable, incide Borrajeros. 

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Alternativas

De la misma opinión es Carlos Farrás, socio director de DPM Finanzas, que insiste en las limitaciones del producto, que no son suficientes para compensar la exención fiscal ya que al establecer que funcionara como cuenta o seguro de vida impedía utilizar otros vehículos como fondos o ETFs. «Hubiera funcionado si se aplicara a una cuenta de inversión en la que se pudiera contratar cualquier tipo de producto sobre ella; permitieran aportaciones mayores de cara a incentivar el ahorro a largo plazo y optimización fiscal y no se hubiera limitado el riesgo de capital teniendo en cuenta los bajos tipos actuales», prosigue Farrás.

Borrajeros señala que en el entorno actual de tipos bajos, es necesario adoptar estrategias diversificadas, incorporando renta variable a las carteras para obtener un mayor beneficio. Por su parte, Barrero cree que la mejor alternativa sigue siendo «el fondo de inversión (cuenta con liquidez; un ventajoso tratamiento fiscal al no tener que tributar hasta su venta, permitiendo traspasar de un fondo a otro las veces que se requiera para aprovechar mejor los distintos ciclos de los mercados y ofrece una mayor diversificación de riesgos)» y recomienda los fondos de deuda europea de corto plazo o los de deuda norteamericana. Entre las alternativas provenientes de las aseguradoras siguen destacando el Plan Ahorro Plus, con una rentabilidad neta del 0,85 por ciento para el primer trimestre del año (mantiene la misma rentabilidad que en los últimos trimestres) y mantiene la garantía del cien por cien del capital invertido y el seguro de vida.

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