Aunque a la bolsa le guste...

El plan elaborado por el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, y avalado por el presidente Barack Obama,[…]

El plan elaborado por el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, y avalado por el presidente Barack Obama, supuso una nueva y potente inyección para las Bolsas. El mercado bursátil está entusiasmado con el plan. Pero algunos economistas y analistas, no tanto. ¿Por qué? El sistema financiero estadounidense tiene tantos problemas que el Estado no cuenta con el dinero suficiente como para solucionarlos todos. Simplemente, por una cuestión cuantitativa, el último plan de rescate americano no puede ser la panacea.

Pero es que, además, este programa en particular implicará encajar las piezas de un puzzle con demasiadas aristas. "El precio que se dé a los activos tóxicos de los bancos debe ser lo suficientemente atractivo (caro), como para que su venta no les suponga más pérdidas en sus balances. Pero, por otro lado, debe ser lo suficientemente barato como para que sea interesante para los inversores privados", explica Jordi Padilla, de Popular Gestión Privada. Porque el Estado ha apelado al sector privado para contribuir en la solución del entuerto de la banca.

Más dudas. "Resulta paradójico que un problema de sobreapalancamiento se solucione con más apalancamiento", añade Padilla. Y es que la fórmula elegida por Geithner para implicar al sector público en la solución de los problemas de la banca es el siguiente: el inversor privado pone un dólar, el Estado pone otro y el Tesoro, por medio del Fondo de Garantía de Depósitos financia el capital restante, hasta 12 dólares. Endeudamiento. ¿No será esto una manera de seguir engordando la burbuja, de seguir hinchando los precios de activos que ya valen muy poco o casi nada?

"Con este plan, el Estado se implica totalmente en la solución de los problemas. El riesgo lo asume totalmente el Gobierno, porque avala las compras. Por eso, si fracasa el plan, lo que está en peligro es la propia solvencia de las finanzas públicas. Y hay muchos riesgos", continúa Jordi Padilla.

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En la misma línea se manifiesta el Premio Nobel de Economía Paul Krugman, quien ya está desesperado por las medidas que se están poniendo en marcha. En un artículo publicado hoy mismo en la prensa española se quejaba de este modo: "Si el valor de los activos sube, los inversores se benefician, pero si baja, los inversores pueden escaquearse de su deuda. Por lo tanto, en realidad no se trata de permitir que los mercados funcionen. Es sólo una forma encubierta de subvencionar la compra de activos incobrables". Esto sí es una verdadera socialización de las pérdidas provocadas por los desmanes de los altos ejecutivos.

Por cierto: ¿Es ironía que el nuevo plan utilice el eufemismo "activos heredados" para sustituir a otro eufemismo ("activos tóxicos")?

Los problemas financieros están lejos de solucionarse. La economía está lejos de recuperarse (recordemos las negativas previsiones del FMI y las aún peores del Banco Mundial). Por tanto, mucho cuidado con la Bolsa todavía. Próxima estación: resultados del primer trimestre. Quizá sean un nuevo golpe de realidad.

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