¡Qué vienen los rusos!
Como si no tuviéramos bastante con la quiebra de Lehman Brothers, el rescate angustioso de la aseguradora AIG y el desplome en Londres de la hipotecaria Halifax Bank of Scotland (HBOS), la sombra de una nueva crisis, la de la deuda de 1998, ha regresado de nuevo a la Bolsa de Moscú. Sus principales índices se han desplomado cerca de un 20% y las autoridades moscovitas llegaron a suspender la negociación durante una hora para frenar la avalancha de ventas.
Lo curioso es que este hundimiento llega cuando gestores expertos en mercados emergentes comenzaban a recomendar el mercado ruso para el largo plazo porque, a pesar del riesgo geopolítico por la crisis de Georgia y la caída del precio de las materias primas, destacaban su poca exposición a la crisis crediticia de Occidente, la dependencia de la Unión Europea de Rusia por sus recursos naturales y, sobre todo, el dinamismo y la solidez de la economía rusa, con un crecimiento del PIB esperado para este año del 8%.
También subrayaban que las cuentas públicas están más que saneadas y que el Banco Central de Rusia es una de las instituciones monetarias mejor dotadas en la actualidad. Finalmente, hacían hincapié en que Rusia es el mercado emergente más barato del mundo. A principios de año cotizaba a un PER (relación entre beneficio y cotización) de 12,2 y ahora lo hace a un atractivo 5,5. Pero nada de esto ha servido ante un terremoto como el que se ha desatado en los mercados. Cuando los nervios están a flor de piel, de nada vale que un país presente su mejor balance económico de los últimos quince años. La marea vendedora se lleva todo por delante.