Trichet ha visto "Wall Street 2"

"Riesgo moral" o "moral hazard" es una expresión que se repite muchas veces en "Wall Street 2", una película por[…]

"Riesgo moral" o "moral hazard" es una expresión que se repite muchas veces en "Wall Street 2", una película por la que se ha criticado a Oliver Stone de ser excesivamente blando con quienes desencadenaron la crisis financiera. Efectivamente, Stone no machaca a las personas, pero se ensaña con el funcionamiento del sistema, aunque de manera mucho más sutil que Michael Moore en "Capitalismo: una historia de amor".

En la descripción que realiza Stone del "capitalismo de casino", insiste una y otra vez en esa expresión: "riesgo moral". Pero, ¿a qué se refiere? Un ejemplo: en una de las secuencias de la película, hay una reunión de banqueros en la Reserva Federal. Están discutiendo sobre la conveniencia de salvar una entidad financiera. ¿Les suena? El principal argumento a favor de la quiebra es ese "riesgo moral": si se rescata a un banco, se tendrá que hacer con todos los que tengan problemas. El rescate de un banco es un aval para los demás, que se verán "animados" a adoptar comportamientos de riesgo, dado que, si vienen mal dadas, papá Estado saldrá al auxilio.

La película no llega hasta la crisis de deuda, pero podríamos aplicar ese mismo razonamiento al caso de Grecia: si la Unión Europea ayuda a la "irresponsable" Grecia, tendría que tirar del presupuesto para ayudar a cualquier otro país, independientemente de si su comportamiento se ha atenido a las reglas de la ortodoxia, o no.

El cineasta estadounidense va más allá: utiliza el concepto de "riesgo moral" para describir la actuación de los bancos que operan por su cuenta arriesgando, no su dinero, sino el de sus clientes. Precisamente, contra estas actividades planeó el ex presidente de la Reserva Federal Henry Paulson la reforma financiera que finalmente fue aprobada en Estados Unidos.

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Y es posible que Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, haya visto "Wall Street 2" este fin de semana y se haya aplicado el cuento. Con la última norma que ha diseñado y que entra en vigor hoy mismo, desafía ese riesgo moral: sus inyecciones de liquidez ya no van a ser indiscriminadas. En las últimas semanas, el run-run de que muchas entidades financieras se habrían vuelto adictas al dinero del BCE se había vuelto atronador. En el comunicado que la autoridad monetaria europea emitió el sábado, establece que podrá excluir a algunos bancos de las subastas, así como algunos de los activos, los de más riesgo, que utilicen como colaterales para conseguir financiación del BCE. La semana pasada, Trichet ya se quejó de que aún muchas entidades no son capaces de financiarse en el mercado y que, ante eso, son los Gobiernos los que tienen que tomar las medidas necesarias para conseguir que se vuelva a la normalidad.

El BCE habla de adicción, pero los bancos europeos han reducido significativamente su apelación al banco central y ya sólo utilizan marginalmente su facilidad de depósito. Lo malo es que, aunque su política heterodoxa ha provocado que haya cuadriplicado su cartera de activos hasta superar los 400.000 millones de euros y aunque el pasivo del BCE, es decir, la base monetaria, haya aumentado un 30%, el dinero en circulación está estancado, porque el crédito sigue cerrado. El dinero se embalsa en los bancos. No porque las entidades financieras tengan malas intenciones, sino porque tienen multimillonarios vencimientos de deuda en los próximos años y temen que algunos de ellos no puedan refinanciarse, dado el escaso apetito que hay en el mercado por los activos bancarios. A eso aludía el informe de estabilidad financiera publicado por el Fondo Monetario Internacional la semana pasada. 

El BCE quiere, con esta nueva normativa, meter en cintura a los bancos y también a los Estados. Lo malo es que, sin el BCE, los bancos con más problemas de liquidez, ¿dónde acudirán para obtener financiación? ¿Qué tendrán que hacer? Si la razón por la que el BCE les excluye es la falta de solvencia, es decir, la debilidad en sus ratios de capital, sólo se me ocurren soluciones a la irlandesa: más recapitalizaciones con dinero estatal.

Trichet se olvida del riesgo moral y lanza un mensaje al mercado: dar liquidez a unos bancos no significa dársela a todos. Y es que hay nada más y nada menos que 6.300 entidades financieras en Europa con derecho a acudir a las subastas. A partir de ahora, todas ellas tendrán que ganarse ese privilegio. El gurú del Financial Times Wolfgang Münchau, aseguraba ayer en un artículo que, sin las subastas semanales, a muchas entidades no les sería posible existir. Münchau iba más allá: "El generoso goteo de liquidez puede haber evitado, o retrasado, la necesaria reestructuración del sector financiero en algunos países. Estas políticas enmascaran situaciones que lindan con la insolvencia. Esto tendría que terminar".

Pero éste puede que no sea el momento más idóneo, dado que el mundo se encuentra inmerso en una guerra de divisas y la nueva política del BCE implica que habrá menos euros en circulación, lo cual los apreciará. Aunque conseguir una banca más capitalizada, aunque sea por la fuerza, bien puede merecer la pena que el euro suba hasta 1,50. Si Alemania lo permite, es que no será tan malo.

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