La bajada de márgenes en banca privada impulsará la concentración

Existe cierto consenso en la industria de la banca privada que apunta a que la implantación de MiFID II ocasionará una reducción de márgenes lo que podría impactar en su negocio e, incluso, abrir una etapa de concentración en el sector.

Existe cierto consenso en la industria de la banca privada que apunta a que la implantación de MiFID II ocasionará una reducción de márgenes lo que podría impactar en su negocio e, incluso, abrir una etapa de concentración en el sector.

El negocio de banca privada espera continuar en los próximos años con el crecimiento sostenido que emprendió en 2007. A él ayudará este ejercicio el crecimiento global y un entorno de bajos tipos de interés. Pero la implantación de la Directiva europea sobre Mercados de Instrumentos Financieros (MiFID II) puede obstaculizar este desarrollo y generar un estrechamiento de márgenes en el sector, ante lo que la industria comienza a reaccionar. 

«Con MiFID II se va a producir una reducción de márgenes y un cambio en la relación con el cliente. La inversión en tecnología a la que obliga la directiva, así como la mayor transparencia en relación a la información de costes y gastos asociados al servicio puede provocar en un principio cierta reducción de márgenes», asegura Gonzalo Nebreda, director de Renta 4 Banca Privada.

De la misma opinión es José Couret, director de Lombard Odier en España, para quien «los nuevos requisitos de MiFID II conllevan, evidentemente, un importante estrechamiento de márgenes».

También Luis Sánchez de Lamadrid, director general de Pictet WM en España, cree que la puesta en marcha de la directiva ha exigido un esfuerzo económico notable para las entidades de banca privada derivado de los gastos en digitalización y en formación. Ante esto, «era previsible cierta erosión de márgenes, pues al cliente español todavía le cuesta pagar por asesoramiento».

Por su parte, Gadea de la Viuda, socia y directora general de Abante, puntualiza que esta minoración de márgenes no se puede generalizar: «Tendrán que ajustar los márgenes aquellas entidades en las que el valor percibido por el cliente no sea suficiente en relación al precio que está pagando, que, a su vez, dependerá del modelo de asesoramiento/producto que la entidad decida ofrecer».

Y es que MiFID II introduce nuevas obligaciones en relación a la información que ha de proporcionarse al cliente sobre costes y gastos asociados al servicio o productos de inversión, que será agregada tanto ex-ante (para todos los servicios) como ex-post (al menos anualmente por producto y servicio cuando se preste un servicio recurrente). De esta manera, el cliente será consciente de unos costes que hasta ahora pasaban bastante desapercibidos. 

Por ello, según los expertos, muchos usuarios de banca privada se van a sorprender en enero de 2019 cuando reciban información de las entidades sobre lo que les cobran en concepto de comisiones. Principalmente los de perfil más conservador, que van a tener que afrontar una realidad «muy dura» porque las comisiones de gestión son las mismas que hace ocho años, pero la rentabilidad de la renta fija ha bajado del 5 al 0 por ciento.

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La obligación de las entidades de comunicar al cliente las comisiones que le cobran «les va a exigir un esfuerzo para que este perciba que dichos gastos están justificados», señala Nebreda, ya que de no ser así, «se verán forzadas a bajar dichos márgenes o a la pérdida de clientes e, incluso, a dejar de prestar ciertos servicios».

Esto provocará, en su opinión, una tendencia hacia la gestión discrecional de carteras, cobrando cada vez mayor protagonismo los fondos perfilados como producto de gestión eficiente para los distintos perfiles de inversión. También adquirirán relevancia los canales de contratación web y se ampliará el peso de productos de terceros en las carteras, según Gonzalo Nebreda.

Para José Couret las entidades, en general, tenderán a desarrollar el servicio de gestión discrecional a un precio competitivo y en base a varios perfiles. «Hay que tener en cuenta que el servicio de asesoramiento se ha vuelto muy complicado y se necesitan herramientas caras y complejas, por lo que las entidades están buscando eficiencias para poder adaptarse».

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NUEVAS ESTRATEGIAS

Para incrementar sus ratios de eficiencia la banca privada sigue tres caminos, según Gonzalo Nebreda: el aumento del volumen que compense la caída de márgenes, pedagogía para hacer ver al cliente que la realidad ha cambiado, que un asesoramiento de calidad e independiente debe ser retribuido y este redundará en unos mejores resultados a medio y largo plazo, y, por último, «ser capaces de implementar comisiones accesorias, como pueden ser la de custodia». 

A juicio de Luis Sánchez, antes se cobraba comisión de custodia y/o depósito de fondos y actualmente se tiende a comisiones de éxito, sobre todo mediante la gestión discrecional. «Ahora en las propuestas estamos obligados a proporcionar los costes previstos. Así que hay que encontrar fórmulas fiscalmente eficientes. En este sentido, el cliente no se puede deducir en IRPF el asesoramiento con el 21 por ciento de IVA -a diferencia de la custodia-. Así que las cuentas gestionadas cobran cada vez más importancia». En su opinión, se trata de proporcionar la mejor gestión y cobrar por ello, «con clases limpias en fondos. En cualquier caso tenemos que aportar valor añadido». 

¿PROCESO DE CONCENTRACIÓN?

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La bajada de márgenes junto a la gran competencia en el sector de la banca privada en España puede presionar a los competidores de la industria a un proceso de concentración en el que las entidades más grandes serán capaces de crecer inorgánicamente (comprando o fusionándose con otras) para aprovechar el buen momento de la industria y mantener economías de escala necesarias para competir en el mercado actual de presión de márgenes.

Según Gonzalo Nebreda, «esto puede producirse pero no solo por un tema de caída de márgenes derivado de la pérdida de comisiones, la MiFID es más que una pérdida de ingresos. Exige el reforzamiento de medios humanos y tecnológicos y eso implica mayores costes recurrentes a las entidades. Su implantación probablemente produzca algún movimiento de concentración en el sector. Las entidades que no sean capaces de adaptarse al nuevo entorno regulatorio se verán abocadas a integrarse en otras que hayan demostrado capacidad para adaptarse, lo que redundará en oportunidades de crecimiento».

También José Couret cree que la inversión tecnológica que se requiere, así como la inversión en análisis de productos hace que para determinadas entidades sea imprescindible ganar en eficiencia. «En este escenario, es probable que podamos ver movimientos corporativos en el sector».

Para Gadea de la Viuda, por la forma en que está configurada esta industria, «la concentración tiene su sentido en el plano teórico, pero en la práctica es mucho más complicada, dado que implica bastantes riesgos de ejecución, debido a que las entidades que podrían participar en este proceso tienen tamaños y modelos de negocio muy diversos».

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