Escrivá enreda el debate sobre el futuro de las pensiones

Las afirmaciones y desmentidos del ministro de la Seguridad Social generan más incertidumbres sobre el sistema público de pensiones

Aunque después dice que se arrepiente de sus palabras, pocos se creen ya los arrepentimientos del ministro Escrivá. 

Los mensajes que suelta no son improvisados. Sabía muy bien lo que decía cuando afirmó que los baby boomers tendrían que elegir entre trabajar un poco más o sufrir un ajuste en su pensión.  

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“No tuve mi mejor día”, comentó Escrivá tras la repercusión que tuvieron sus palabras. La misma situación se ha repetido esta semana cuando declaró al diario Ara que España necesitaba un cambio cultural para seguir trabajando hasta los 75 años.

Otra marcha atrás 

Su nueva marcha atrás no significa que no esté convencido de lo que está diciendo. Recula porque desde el Ejecutivo y sus socios de Podemos se lo exigen. Pero es que tiene un problema tan gordo con las pensiones que no sabe cómo decir que la única solución posible es no cobrarla. 

Como la esperanza de vida en España para los hombres es de 79 años, la media de pago de la pensión sería de unos 4 años, algunos más para las mujeres, cuya esperanza está en los 85 años.  

Si el cambio cultural que reclama consiste en trabajar hasta los 75 años, el futuro del sistema público de pensiones sería viable siempre. 

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La vida de los 100 años

Es muy posible que el ministro para lanzar esta teoría se haya inspirado en el libro “La vida de 100 años” de Lynda Gratton y Andrew Scott, profesores de la London Business School. 

En él analizan el desafío que supone para la sociedad el aumento de la esperanza de vida, tanto para la educación, el trabajo, las inversiones o la jubilación.  

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Los autores plantean que no tendremos ninguna posibilidad de jubilarnos a la edad de nuestros padres y que estaremos obligados a trabajar hasta una edad tan avanzada o más como la que plantea Escrivá. 

El escenario soñado por el ministro. 

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El problema es que quedan todavía muchísimas generaciones por jubilarse antes de que los escenarios que describen los autores del libro sean una realidad. Y esas generaciones exigen una solución, no reflexiones con marcha atrás del ministro. 

La sinceridad del ministro

Personas cercanas a Escrivá aseguran que estos “prontos” del ministro son espontáneos, fruto de su sinceridad.  

Si de verdad es tan sincero en esta temática, podría retomar la famosa carta naranja que por ley aprobada en 2011 deberían recibir los mayores de 50 años para que conozcan qué pensión recibirán cuando se jubilen. 

En el resto de países europeos, esos a los que Escrivá pone como ejemplo cuando se trata de prolongar la edad laboral, sus ciudadanos, a diferencia de lo que sucede en España, sí reciben información actualizada sobre su futura pensión. 

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Esa sinceridad también debería llevarle a recomendar el ahorro privado para la jubilación, incentivar a las generaciones que se incorporan al mercado laboral a ahorrar para complementar la pensión pública. 

Pero ha hecho todo lo contrario, intentar aniquilar los planes de pensiones. Y lo ha hecho sin ofrecer una alternativa, si haber puesto en marcha lo que había anunciado. 

De momento, solo está enredando el debate sobre las pensiones.

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