Adiós a la cartera 60/40: nuevas estrategias para un mundo más complejo

Durante décadas, la regla de oro de muchos inversores fue la cartera 60/40: un 60% en renta variable y un[…]

Durante décadas, la regla de oro de muchos inversores fue la cartera 60/40: un 60% en renta variable y un 40% en renta fija, una combinación que ofrecía crecimiento y, a la vez, cierta protección en momentos de turbulencias.

Sin embargo, según Schroders, esa receta se ha quedado anticuada. La correlación entre acciones y bonos, que tradicionalmente se movía en direcciones opuestas, se ha roto definitivamente.

En 2023, un año marcado por la inflación y los tipos de interés elevados, una cartera 60/40 en Estados Unidos —basada en el S&P 500 y en bonos del Tesoro— cayó un 18%, registrando su peor resultado desde 1937. Para Schroders, se trata de una señal inequívoca: la diversificación clásica ya no garantiza estabilidad.

Un mundo en transformación

El informe de la gestora apunta a varios factores estructurales que seguirán marcando los mercados: el aumento de la deuda pública, el envejecimiento de la población y unos tipos de interés persistentemente altos.

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A diferencia del periodo posterior a la crisis financiera de 2008, cuando el crecimiento y los tipos cero impulsaban a la vez a bolsas y bonos, ahora ambos activos sufren de manera simultánea cuando repunta la inflación o se endurece la política monetaria.

El resultado es un entorno de mayor volatilidad y correlaciones más elevadas, que obliga a buscar nuevas estrategias.

Hacia un nuevo enfoque de construcción de carteras

Schroders propone tres pilares básicos para adaptarse a este escenario:

  1. Ingresos diversificados:
    • Los bonos recuperan su función como fuente de rentas, pero requieren una gestión activa y selectiva.
    • Surgen alternativas más estables, como la deuda privada (con cupones variables menos sensibles a los tipos) o los títulos hipotecarios (MBS), que pueden comportarse bien en ciclos de subidas de tipos.
  2. Gestión activa frente a gestión pasiva:
    • La dispersión de resultados entre sectores y empresas es cada vez mayor.
    • Factores como la inteligencia artificial o las tensiones geopolíticas pueden disparar a unas compañías y hundir a otras.
    • En este contexto, los gestores activos tienen más margen para generar alfa que las estrategias pasivas.
  3. Más allá de los mercados tradicionales:
    • Los activos alternativos ganan protagonismo: private equity, deuda privada, infraestructuras renovables, materias primas o hedge funds.
    • Estos vehículos han demostrado resiliencia en crisis pasadas y ofrecen exposiciones descorrelacionadas.
    • Incluso productos especializados, como los bonos catástrofe, pueden servir como coberturas frente a riesgos sistémicos, al depender de fenómenos asegurables y no del ciclo económico.

El 60/40 ya no es suficiente

El mensaje de Schroders es claro: la cartera 60/40 pertenece al pasado. La inflación, los tipos altos y las tensiones geopolíticas seguirán alimentando la volatilidad en renta fija y variable.

Para sobrevivir en este nuevo ciclo, los inversores necesitan ampliar horizontes y aceptar cierto grado de riesgo adicional a cambio de una diversificación más real y resiliente.

En definitiva, la solidez de las carteras ya no vendrá de la fórmula clásica, sino de la capacidad para integrar activos alternativos, seleccionar con precisión y apostar por una gestión activa que identifique a los ganadores en un mercado mucho más complejo.

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