El rublo de Putin está más fuerte que el euro desde que hay guerra

La fuerte subida del rublo contra el euro, dólar y yen permite a Putin colgarse medallas. Pero una moneda tan apreciada es otro rompecabezas para Rusia

La cotización del rublo ruso alcanzó máximos de siete años contra el dólar y se recuperó ampliamente tras las caídas que siguieron al comienzo de la guerra en Ucrania.  

Con el euro, el rublo está en máximos de 2017 y recuperó con creces, especialmente a partir de abril, el cambio que tenía antes de estallar el conflicto.  

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Con las sanciones internacionales operando a plena capacidad, y sumida en el default, la economía rusa comenzó a parpadear en verde. Algunos sectores, como las materias primas, dieron síntomas de estabilización, según un informe del Banco de Rusia.

En realidad, lo que podría entenderse como una victoria de Vladimir Putin para sostener su divisa e impulsar la economía, se explica por el doping artificial que el régimen ruso insufló a su moneda. 

Además, un rublo excesivamente apreciado es especialmente incómodo para los gestores de la política económica rusa, por el lastre que supone para las exportaciones y las distorsiones que introduce en los cálculos de inflación.

Rusia ha vendido el repunte del rublo y los brotes verdes macro como una evidencia de que ha superado las sanciones internacionales.

Pero de puertas para dentro, la escalada del rublo amenaza la competitividad del país y sus finanzas presupuestarias.  

¿Por qué se ha disparado el rublo? 

La debilidad inicial del rublo se debió a las sanciones que siguieron al inicio de la guerra. No obstante, “Rusia impuso unas medidas de control de capitales por las que las empresas exportadoras o importadoras no podían comprar divisas extranjeras. Todas las transacciones se hicieron en rublos”, dijo a finanzas.com Miguel Ángel Rodríguez, analista de divisas del broker Capex.  

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Además, el régimen de Putin obligó a las empresas exportadores de gas y petróleo a que al menos el 80 por ciento de sus ingresos se paguen en rublos.  

“Esto implica que en una divisa que es muy poca líquida y no es de las principales, hubiera una fuerte compra de rublos con venta de divisas, con lo que hubo subida casi artificial de la moneda”, añadió este experto.  

Una inflación no tan controlada 

Con el rublo en plena escalada, la inflación rusa marcó en junio el 15 por ciento, frente al 17 por ciento, una tasa no muy lejana a la de España (10,2 por ciento) o la de la zona euro (8,6 por ciento), otra medalla más que el régimen de Putin pudo colgarse.  

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En realidad, el hecho de que la divisa se haya fortalecido artificialmente contribuye a aminorar los cálculos de inflación, explicaron las fuentes consultadas. Dicho de otra forma, una divisa fuerte es deflacionista, en la medida en que el país compra más barato fuera.  

Pero esto puede ser pan para hoy y hambre para mañana. De hecho, los economistas de Bloomberg Intelligence opinaron que Rusia corre el riesgo de que la inflación se reactive en caso de que empeoren las interrupciones en las cadenas de suministros a medida que se vayan agotando los inventarios y el rublo pierda impulso.  

Además, el superávit por cuenta corriente de Rusia está en máximos, una situación que se debe al fuerte crecimiento de las exportaciones de gas y petróleo, junto con la caída de las importaciones, dada la falta de divisas (dólares) para pagarlas. Y este elemento no puede ser más inflacionista.  

La sombra de la intervención 

Dados los desafíos que plantea un rublo tan fortalecido (y que no siempre es síntoma de salud macroeconómica), el Banco de Rusia intentó tomar medidas para frenar la apreciación de la moneda, pero con muy poco éxito, dada la escasez de dólares en el país.  

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Es más, algunos altos funcionarios rusos han planteado la posibilidad de intervenir en el mercado de divisas para debilitar el rublo. Sería algo parecido a una “devaluación estratégica”, en palabras de Javier de la Nava, profesor de Economía Internacional de CEF-Udima.  

El problema es que es que no resulta tan sencillo de implementar porque hay costes de oportunidad. “Se pueden facilitar las exportaciones hacer la devaluación, pero a la vez encareces tus importaciones”, dijo de la Nava a finanzas.com.  

Tampoco parece prosperar la idea de un tipo de cambio fijo, en la medida en que la política monetaria perdería buena parte de su soberanía.  

La sensación entre los expertos es que las autoridades carecen de los medios para influir en el rublo, incluso aunque se lo propusieran firmemente. “Permitir que los extranjeros vendan activos podría debilitar el rublo, pero sería políticamente imposible, dijo a Bloomberg Dmitry Polevoy, economista de Locko Bank JSC. 

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