Reacción

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Ha sido demasiado el ruido de la pasada semana (decisión de la Reserva Federal sobre tipos, reunión del G-20, desconcertante subida de impuestos, candidatura a ninguna parte de los Juegos Olímpicos) para prestar atención a otros acontecimientos que, por lo menos, merecían algunos minutos de reflexión. Por ejemplo, la intervención del presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ante la Asamblea General de Naciones Unidas.

Que conste que no voy de primo de Rajoy por la vida, negando lo evidente, pero entiendo que cada asunto tiene su momento oportuno. Y en este escenario tan convulso, cuando la crisis económica sigue pasando factura a millones de españoles cada día, chirría un poco que Zapatero utilice la tribuna de Naciones Unidas para lanzar un mensaje apocalíptico sobre el cambio climático, asegurando que sus efectos serán más devastadores que la propia crisis económica.

Pero no se quedó ahí nuestro presidente. Dijo además que le parecía "paradójico e incomprensible" que todo el mundo viera los efectos de la crisis económica (la verdad es que todo el mundo los vio en el minuto 1 menos él) y que a la comunidad internacional todavía le cueste reaccionar ante un fenómeno como el cambio climático que, insistió, será mucho peor que la crisis.

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Ya lo ven. Para el presidente se acabaron las tonterías de la crisis. Los más de tres millones y medio de parados españoles, los autónomos desamparados, los empresarios arruinados y los jóvenes con dificultades para acceder a un puesto de trabajo, que dejen ya de quejarse. Su negro futuro laboral no es tan devastador como piensan. Lo devastador de verdad es el cambio climático. Lo de la crisis ya es antiguo, ya está pasado de moda.

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