Por qué incluir inversiones alternativas en la cartera

La volatilidad actual de los mercados bursátiles y la escasa rentabilidad de activos tradicionales como la renta fija hace que[…]

La volatilidad actual de los mercados bursátiles y la escasa rentabilidad de activos tradicionales como la renta fija hace que cada vez sea más habitual incluir un porcentaje en las carteras de banca privada de inversiones alternativas. De 2008 a 2017, este tipo de estrategias aumentaron desde los 3,1 billones de dólares a los 8,8 billones de dólares actuales.

Jorge Lovaco, director general de Estrategia Corporativa de A&G Banca Privada, justifica esta estrategia porque «en este escenario es razonable ir desplazando el patrimonio hacia activos con mayor rentabilidad esperada, aunque puedan tener generalmente un mayor riesgo o por lo menos un riesgo diferente». Íñigo Gallastegui, director de productos y asesoramiento de Santander Private Banking, explica que «son necesarias por un principio de diversificación y, además, nos aportan rentabilidad en momentos en que los activos tradicionales no lo hacen».

Para Víctor Allende, director ejecutivo de banca privada y banca premier de CaixaBank, este tipo de inversiones «mejora el perfil de rendimiento y riesgo de la cartera».

Si las inversiones tradicionales se caracterizan por un perfil de alta liquidez, activos en mercados públicos, alta correlación con los mercados y accionistas pasivos, las alternativas se caracterizan por iliquidez, activos en mercados públicos y privados y accionistas activos, que en ocasiones son propietarios únicos.

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Beneficios para el inversor

Las inversiones alternativas proporcionan cuatro grandes ventajas para el inversor. Por un lado, mayor rentabilidad/riesgo, es decir, ofrecen mejores rendimientos por unidad de riesgo. Además proporcionan algo que es fundamental para los clientes de banca privada como es la protección de capital. La segunda gran ventaja es la baja correlación con fuentes de retorno diferentes. Las inversiones alternativas también cumplen otro principio rector en la composición de las carteras como es una mayor diversificación, ya que ofrece un universo mayor de activos y estrategias de inversión y el acceso a la economía real. Por último, ofrecen una gestión activa y alineamiento con los intereses del inversor. Miguel Forteza, asesor de inversiones de Citi Banca Privada, señala al respecto que «las inversiones alternativas permiten diversificar las carteras añadiendo activos poco correlacionados con activos tradicionales, reduce la exposición de la cartera a la beta de mercado y se incrementa el retorno esperado de las carteras».

Para Lovaco, «el abanico de posibilidades es suficientemente amplio como para que se puedan ajustar a las características de cada inversor».

El perfil de inversor con el que encaja, prosigue Allende, es de «clientes que necesitan una solución de inversión con un horizonte a medio largo y búsqueda de una rentabilidad significativamente superior a la inflación». Forteza insiste en que estos clientes no deben tener necesidades de liquidez para esa parte de la cartera en el largo plazo, mientras que Lovaco considera que estos inversores deben tener asesores capaces de explicar en qué consisten y qué riesgos conllevan.

En cuanto al porcentaje que deben incluir las carteras en inversiones alternativas los expertos coinciden en que debe tener un peso relevante. «Podríamos hablar de entre un 10 por ciento y un 25 por ciento como un rango razonable», señala Forteza aunque los supedita a la expectativa de riesgo/retorno del cliente, de su capacidad de experimentar pérdidas y de sus necesidades de hacer líquida esta parte de su cartera. Por su parte, Allende cree que no es recomendable tener más del 15 por ciento porque una de las características que tienen este tipo de inversiones es que son poco líquidas. 

Cómo aplicarlas 

Desde BlackRock explican que hay dos grandes estrategias a la hora de invertir en ellas. Por un lado, relacionado con los vehículos que invierten en activos no tradicionales como infraestructura, el sector inmobiliario y private equity o hedge funds. La segunda implica estrategias que invierten en activos tradicionales mediante el uso de métodos no tradicionales, como por ejemplo, las ventas en corto y el apalancamiento.
Forteza explica cuáles son las reglas que ofrecen una mayor rentabilidad. «Cuanto más ilíquida es una inversión más debería ser el retorno esperado para esa inversión». El banquero indica que el cliente espera que esa prima de iliquidez se vea reflejada en una mayor rentabilidad a largo plazo. «Aquellas inversiones más ilíquidas y a mayor plazo, como fondos de private equity o fondos inmobiliarios, son en las que debería esperarse una mayor rentabilidad». 

Allende cree que no se puede hablar de activos sino de estrategias. El directivo, en este momentum, apuesta por «aquellas ligadas a arbitrajes en la estructura de capital y eventos corporativos» ya que en su opinión son las que más oportunidades ofrecen. En cambio, Gallastegui cree que las mejores son las inversiones en private equity puesto que ofrecen una mayor rentabilidad en el largo plazo (8-10 años) y por «productos con estrategias de retorno absoluto que estén descorrelacionadas con los mercados tradicionales».

Lovaco ve valor en el mundo inmobiliario en sus diferentes modalidades, lo que permite reducir notablemente la dependencia que del sector bancario tiene el mercado. «Las inversiones en 'venture capital' asociadas a tecnología también ofrecen una buena alternativa para invertir en una industria en crecimiento».

Riesgos

Estas inversiones no están exentas de riesgo, incluso más que las inversiones tradicionales, por lo que el perfil de inversor al que están dirigidas es aquel que soporte bien las pérdidas en su cartera y, por lo tanto, mejor para perfiles agresivos.

Son dos los riesgos. Iliquidez y riesgo gestor. Forteza al respecto destaca que «este tipo de inversiones son mas ilíquidas que la inversión tradicional y el cliente debe tener muy claro que hay ciertas inversiones alternativas que implican un periodo de inversión de varios años en los que el acceso al capital invertido es muy limitado».

En cuanto al segundo, Lovaco considera que se puede delimitar si se hace una buena selección de gestores, aunque «también es verdad que es más fácil ver alineados a los gestores con los intereses de los inversores en función de los compromisos de inversión que los gestores tienen en las iniciativas que gestionan».

La volatilidad del mercado también podría interferir en los resultados, según Gallastegui, mientras que Allende cree que con una buena gestión se pueden controlar fácilmente.

Por este motivo, el gestor desempeña un papel importante. Gallastegui destaca que su labor es la de monitorizar la inversión en todo momento y tener una comunicación permanente con el cliente para modificar la posición cuando el comportamiento del mercado así lo requiera. 

La información sigue siendo la clave, puesto que se trata de inversiones más complejas que se pueden tener en cartera muchos años y que los retornos pueden ser paulatinos o al final de la inversión por lo que «el cliente debe tener información constante de la evolución de la cartera», concluye Lovaco. Y es que como reitera el gestor, «no todas las ideas son aptas para todos los inversores, pero una cartera no se puede permitir no considerar estas inversiones puesto que es una parte más de los activos a considerar y de alguna u otra manera es muy positivo que tengan su espacio», concluye. Los expertos coinciden en que la labor del asesor aquí se vuelve todavía más imprescindible.

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