La economía mantiene un crecimiento del 0,7 % apoyada en la demanda interna

El crecimiento de la economía española se mantuvo en el 0,7 % en el segundo trimestre del año, en línea[…]

El crecimiento de la economía española se mantuvo en el 0,7 % en el segundo trimestre del año, en línea con los tres trimestres anteriores, gracias a la fortaleza del consumo de las familias y a la mejora de la inversión empresarial.

De acuerdo con el informe trimestral de la economía española publicado hoy por el Banco de España, el crecimiento registrado entre abril y junio sería enteramente atribuible a la demanda nacional (consumo e inversión), mientras que la aportación de la demanda externa (exportaciones e importaciones) seguiría siendo muy reducida o incluso ligeramente negativa.

Con la información disponible, la entidad estima que el gasto en consumo de las familias creció el 0,6 % en el segundo trimestre, lo que supone un ritmo de avance ligeramente inferior al del trimestre, a pesar del contexto favorable tanto de las condiciones financieras como de la creación de empleo.

El Banco de España calcula que el empleo habría aumentado algo su ritmo de avance trimestral, hasta el 0,6 %, si bien en comparación anual sigue desacelerándose, ya que habría crecido un 2,3 % interanual, tres décimas menos que el trimestre precedente.

El incremento de la inversión empresarial se situaría en el entorno del 1 % trimestral, frente a la caída registrada entre enero y marzo, en tanto que la inversión en vivienda habría sido elevada, pero algo menor que en trimestre precedente.

La actividad empresarial muestra un ritmo de expansión superior al de inicios de año, con una aceleración mayor en las ramas de la industria y la energía.

Detrás de la moderación del sector exterior, con una aportación prácticamente nula al PIB trimestral, se encuentra un menor vigor de la economía mundial vinculado a la creciente incertidumbre por la escalada de las tensiones comerciales.

En cuanto a la evolución de los precios, la entidad apunta a un aumento del deflactor de consumo privado (indicador similar al IPC) en un contexto de encarecimiento del crudo, que provocó que la inflación interanual repuntara al 2,1 % en mayo.

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El Banco de España calcula que el mantenimiento del precio de barril de Brent en el entorno de los 75 dólares podría acarrear una pérdida de PIB de dos décimas en promedio en los tres años posteriores a la perturbación, a lo que se sumaría un aumento de la inflación en nueve décimas el primer año.

El impacto se explica por la elevada importación de productos energéticos, aunque en los últimos años España ha reducido su dependencia del petróleo.

De la política fiscal para este año, con los presupuestos de 2018 a punto de entrar en vigor, destaca el tono casi neutro de una política fiscal en la que el aumento de gasto en algunas partidas y las reducciones impositivas se ven compensadas por la moderación de gasto en otras partidas.

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Según los cálculos de la entidad, el coste de la subida del 1,6 % de las pensiones con carácter general y del 3 % para las mínimas y no contributivas, acarreará un aumento del gasto de las Administraciones Públicas de 0,2 puntos del PIB este año y otros 0,2 puntos adicionales en 2019.

A su juicio, el cumplimiento del objetivo de déficit público del 2,2 % del PIB este año exigirá una ejecución del gasto muy estricta, así como la consecución del aumento de los ingresos proyectado.

De cara a los próximos meses, el Banco de España prevé una prolongación de la fase alcista del ciclo, gracias al mantenimiento del tono expansivo de las políticas de demanda y la trayectoria favorable de la economía mundial.

Tras avanzar un 2,7 % este año, la entidad prevé que el PIB crecerá un 2,4 % en 2019 y un 2,1 % en 2020.

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Entre los riesgos a la baja se encuentran, en el ámbito exterior, el encarecimiento del petróleo, la contención de los mercados exteriores y el atemperamiento del impulso expansivo de la política monetaria.

En el ámbito doméstico, el supervisor resalta las incertidumbres sobre el futuro de las políticas económicas domésticas, en un contexto de "configuración de fuerzas parlamentarias que puede dificultar la conformación de mayorías que impulsen la actividad legislativa".

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