La transmisión patrimonial, clave en la empresa familiar
Una correcta transmisión patrimonial es vital para la continuidad de la empresa familiar, asegura José Ramón Sanz, presidente de la Fundación Numa. Considera que los políticos deben crear las condiciones que impulsen el crecimiento y la permanencia de estas compañías y que el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones supone un «torpedo en la línea de flotación de la empresa familiar».
Una correcta transmisión patrimonial es vital para la continuidad de la empresa familiar, asegura José Ramón Sanz, presidente de la Fundación Numa. Considera que los políticos deben crear las condiciones que impulsen el crecimiento y la permanencia de estas compañías y que el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones supone un «torpedo en la línea de flotación de la empresa familiar».
La continuidad transgeneracional es el gran desafío de la empresa familiar y tiene múltiples dimensiones a las que los empresarios y sus familias deben dar respuesta para conseguir que sus negocios perduren en el tiempo. Uno de los momentos más importantes para estas compañías es el de la transmisión del patrimonio empresarial y familiar, y analizar sus claves fue el objetivo de la jornada 'La transmisión patrimonial: claves para lograr el éxito de la continuidad familiar y empresarial', organizado por CEIM y el Consejo General del Notariado en colaboración con la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Madrid, la Fundación Numa y la Fundación Notarial Signum.
En la jornada, cuya apertura corrió a cargo de Ángel Asensio, presidente de la Cámara de Comercio de Madrid, participaron José Ramón Sanz, presidente de la Comisión de Empresa Familiar de CEIM y de la Fundación Numa; Segismundo Álvarez, notario, y Fernando Rodríguez, notario y patrono de la Fundación Signum.
Una correcta transmisión del patrimonio empresarial y familiar impulsa la permanencia de las empresas familiares que, según aseguró José Ramón Sanz en su ponencia 'Las dimensiones de la continuidad', son «muy relevantes para la economía, el bienestar y el empleo de todos los países». Además, «son más rentables, más igualitarias y más responsables que las no familiares, especialmente en épocas de crisis en que se comportan mejor frente al empleo porque su visión es a largo plazo».
En su intervención, ante un auditorio que abarrotaba la sala, José Ramón Sanz informó de que en España el 99,3 por ciento de las empresas tienen menos de 50 trabajadores, facturan menos de 10 millones de euros y en su mayoría se trata de empresas familiares.
Destacó que son «inmensas» las dificultades que tienen estas empresas para desarrollarse en un mercado global, ya que «no pueden competir con empresas grandes» y su reducida dimensión les crea dificultades para acometer proyectos de I D i. En su opinión, estas compañías tienen que competir en el mundo con un marco regulatorio que desarrollan las comunidades autónomas o la administración central, por ello, «estas instituciones deben crear las condiciones que impulsen la continuidad de estas empresas» y criticó el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones que «supone un torpedo en la línea de flotación de las empresas familiares».
A pesar de la dificultad que existe para que la empresa familiar perdure durante generaciones, «la mayoría lo consigue», aseguró el presidente de Fundación Numa, para quien el reto de esa continuidad es «armonizar los distintos intereses y proyectos individuales con el proyecto familiar sabiendo que la calidad de las interrelaciones condicionan el futuro». Comentó que ha perdido vigencia el refrán del siglo XIX que dice: 'Padres bodegueros, hijos millonarios, nietos pordioseros', porque la familia empresaria «adapta de manera dinámica su porfolio de negocios a lo largo del tiempo para crear riqueza para la familia y para la sociedad». Añadió que también tiene que «preocuparse por invertir bien los ahorros».
Como ejemplo de lo que puede suponer un problema en la transmisión patrimonial citó al Corte Inglés: «En este caso los accionistas se han rebelado y ahora tienen un lío más que razonable».
LA IMPORTANCIA DEL NOTARIO
La segunda ponencia trató sobre 'Los instrumentos para la transmisión patrimonial y el asesoramiento notarial', que corrió a cargo del notario Segismundo Álvarez. Analizó la organización del patrimonio familiar de cara a la transmisión y aseguró que los notarios tienen una visión «amplia» del derecho privado y, en especial, del derecho de sucesiones: «Aportamos mucho ayudando a hacer documentos públicos, donaciones, capitulaciones patrimoniales, estatutos, operaciones societarias, protocolo familiar y testamentos». Sobre estos advirtió que hay que tener cuidado con los ológrafos porque «plantean muchos problemas y pueden resultar nulos. No es una buena idea hacerlos», advirtió.
Destacó la importancia de la legítima en la herencia de la empresa familiar y la dificultad que existe en España para desheredar. «La deshederación está muy limitada por la ley, pero existe una jurisprudencia progresiva del Tribunal Supremo al respecto».
También cree que hay que tener cuidado con los avales que se dan en la empresa familiar porque se transmiten a los hijos cuando heredan. Lo que «da muchos problemas, sobre todo en las pymes». Por ello recomienda limitarlos.
SOLUCIONAR CONFLICTOS
'La prevención y el encauzamiento de los conflictos en la empresa familiar' fue la tercera ponencia de la jornada, que impartió Fernando Rodríguez. Disertó sobre cómo gestionar y prevenir los conflictos en la empresa familiar y analizó la figura del mediador. Considera que la misión del mediador es involucrarse en una situación conflictiva para que los integrantes en conflicto de la empresa familiar lleguen a un acuerdo. Según Rodríguez, el mediador «trata de dirigir el diálogo hacia los intereses y las necesidades de la empresa y hace ver a los familiares en conflicto que sus intereses son comunes: salvaguardar la empresa y las relaciones familiares».
El mediador intenta que las preocupaciones de ambas partes salgan a la luz y que unos reconozcan la valía de los otros, según el notario. De esta manera, «la información fluye y los muros de cada uno caen. Así se encuentra el camino del acuerdo».
Fernando Rodríguez cree que no es necesario que el mediador tenga un conocimiento previo de la familia, de la empresa ni del sector porque él «no asesora ni propone soluciones, esta es la labor de las partes». Se trata, en su opinión, de una figura «necesariamente» externa que debe ganarse la confianza de las partes en conflicto y contar con: talante, formación, experiencia, destreza, comprensión, capacidad de escucha y de dirigir el dialogo entre las partes. Además tiene que ser «absolutamente honesto porque no se puede ser mediador si no se es íntegro y una buena persona».
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