Las gestoras beben en los bonos subordinados para calmar su sed de rentabilidad

Una bolsa cara y la escasez de retorno de la renta fija empujan a las gestoras a experimentar con nuevos activos

Las altas valoraciones alcanzadas por la renta variable y la escasez de retorno ofrecida por la renta fija tradicional han llevado a las gestoras a echarse en brazos de otros activos para calmar su sed de rentabilidad. En este contexto, los bonos subordinados han sido una de las opciones elegidas.

«La renta fija subordinada es uno de los activos que hemos ido incorporando en nuestras carteras de inversión durante  el año 2019 y el ejercicio pasado, sobre todo», explica Diego Morales, del departamento de inversiones de Aspain 11.

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Ante el éxito cosechado por esta estrategia (y el elevado volumen de emisiones de las entidades financieras), se han multiplicado los nuevos productos de este tipo recientemente.

En concreto, Caixabank ha lanzado dos fondos de deuda subordinada este ejercicio; mientras que Welzia ha hecho lo propio con el Welzia Capital Subdebt y Mutua sacó en julio el cuarto fondo de bonos subordinados en cinco años.

«Creemos que este segmento ofrece un buen equilibrio entre rentabilidad y riesgo, al tiempo que presenta una ventana de oportunidad en el momento actual», explica Gabriel Pañeda, director de renta fija de Mutuactivos.

Y eso que, después del rally de los últimos meses, la rentabilidad esperada de los bonos subordinados a 12 meses ha caído hasta situarse en el rango del 2 y el 4 por ciento; «un nivel históricamente bajo en términos absolutos pero atractivo en valoración relativa, si tenemos en cuenta que la deuda corporativa con grado de inversión en euros ofrece rentabilidades del 0,2 por ciento», asevera Iván Mayo, gestor de fondos en Welzia Management.

A modo de ejemplo, el Caixabank Renta Fija Subordinada acumula una revalorización del 1,94 por ciento en el primer semestre del ejercicio en su clase plus; mientras que el producto de Welzia se revaloriza un 2,80 por ciento en el mismo plazo.

«El rendimiento ofrecido por el grado de inversión, tanto corporativo como privado, ha ido tendiendo a cero e incluso se ha movido en terreno negativo. Evidentemente, el riesgo soportado por la deuda subordinada es mayor, aunque si la comparamos con el ‘high yield’, el binomio rentabilidad-riesgo puede llegar a ser más interesante», cuenta Morales.

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Otra manera de invertir en banca

Asimismo, otras ventajas que ofrecen este tipo de productos son la diversificación y la exposición al sector financiero sin necesidad de someterse a la incertidumbre de la inversión en bolsa, justo en un momento en el que el riesgo de insolvencia o de calidad crediticia de la banca se está reduciendo a medida que mejora la situación económica.

Mayo lo explica así: «Nuestro enfoque es la inversión en solvencia del banco más que en su capacidad de generar beneficio. El coco permite articular este enfoque al situarse entre el bono y la acción. En momentos de caídas de la renta variable, esta clase de activo ofrece el factor diferencial de la resiliencia; siempre y cuando no esté en duda la propia solvencia de los bancos».

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Pero, ¿en qué consiste exactamente la deuda subordinada? Se trata de bonos emitidos habitualmente por grandes entidades financieras (aunque no siempre), cuyo reembolso tiene menor preferencia que la deuda ordinaria.

Más riesgo que la deuda tradicional

Si bien, además de las ventajas antes mencionadas, estas características provocan que sea un activo más arriesgado que la renta fija tradicional, algo que los inversores deben tener en cuenta: «Los bonos subordinados cuentan con los peligros habituales derivados de una inversión en renta fija corporativa, así como el riesgo de extensión, que podría dilatar la recuperación de los nominales y alterar la rentabilidad esperada de la inversión», explica Jorge Colomer, director del área de inversiones de Caixabank AM.

Asimismo, al tener un carácter híbrido entre la renta fija y la variable, son activos con más beta que la deuda senior corporativa, que pueden sufrir altibajos en momentos de volatilidad en el mercado.

Por eso, los expertos creen que los fondos de deuda subordinada no son un producto para todos los públicos.

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«Como asesor financiero independiente, puedo decir que no valen para cualquier inversor. Para empezar, no querría yo estar situado en este tipo de activos si subieran significativamente los tipos de interés en el mercado de bonos como consecuencia de un cambio de ciclo económico en el que aumente la inflación. Podríamos encontrarnos con un cupón mejor pero con minusvalías en la cotización como consecuencia de la subida de tipos en el mercado. Y, luego, hay un riesgo de liquidez, ya que no se trata de bonos con un mercado tan líquido como el de la gran renta fija corporativa o la deuda pública», advierte Víctor Alvargonzález, fundador de Nextepfinance.

Por todo ello, Alvargonzález recomienda este tipo de activo para inversores con un perfil de equilibrado en adelante y siempre a través de productos de gestión activa llevados por gestores especializados en este segmento que sepan distinguir entre las diferentes referencias que existen en el mercado.

También en relación con esto, Morales dice sentirse más cómodo invirtiendo en este activo a través de carteras multiactivo, en las que la deuda subordinada sea un componente más de la cartera pero no el único. Con todo, para inversores que quieran optar por apuestas más direccionales, recomienda el Nordea 1 - European Financial Debt Fund y el Algebris Financial Credit Fund.

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