Coronavirus. Los países emergentes se llevarán la peor parte

Los países emergentes están fuertemente endeudados pero no podrán hacer frente al coronavirus a menos que se olviden de sus objetivos presupuestarios e incrementen el gasto.

“Si los países ricos van a tener problemas porque se van a endeudar hasta las cejas, imagina los emergentes. La cuestión no es ya si la renta fija emergente es recomendable, sino que directamente puede ser hasta peligrosa”.

Con estas palabras cargadas de realidad definía un conocido gestor de fondos con sede en Madrid el panorama al que se enfrentan las economías emergentes con la crisis del coronavirus. Y es que el consenso parece unánime: se llevarán la peor parte.  

El dilema al que se enfrentan estos países es descomunal, pero no muy distinto al del resto del mundo globalizado.

La pandemia amenaza con destrozar sus economías, a menos que los gobiernos se olviden de los objetivos presupuestarios e incrementen el gasto fiscal para combatir los efectos negativos del confinamiento. Pero no todos podrán hacerlo.

Además de la saturación del sistema sanitario y del grado de pobreza de la población, “la mayoría de los empleados no trabaja de forma regularizada y sus niveles de deuda externa y déficit por cuenta corriente son elevados”, comenta Pablo Duarte, analista del Instituto Flossbach von Storch.

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Otro problema añadido es la subida del dólar, en el que se refugian los inversores, lo que mete más presión a las divisas de los países emergentes.

Los inversores ya están avisando de esta circunstancia, al retirar de estos países en marzo 83.000 millones de dólares, según datos de Bloomberg.

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En América Latina, el virus está atacando fuerte en los países que sufrieron los disturbios más graves el año pasado, como es el caso de Chile o Ecuador. En concreto este último, que tiene las tasas más altas de contagio per cápita del continente.

Los bancos centrales han respondido rebajando las tasas de interés, pero hay menos margen de lo que hubo en la crisis de 2008, pues la ratio deuda/pib ha aumentado a casi el 70% desde el 40% que había hace una década.

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Por el lado fiscal, la respuesta del mundo emergente es desigual y en general tibia. Algunos gobiernos, como Hungría y Tailandia, han captado el mensaje y preparan agresivos estímulos mientras buscan proteger la producción, los salarios y la demanda.

Pero la mayoría de los gobiernos se mueven entre dudas y no han desplegado paquetes lo suficientemente importantes para atajar la magnitud de la recesión que viene en camino.

Esta es la situación de los principales países emergentes y las medidas fiscales que han puesto sobre la mesa.

Brasil

Es la economía clave en América Latina. El Gobierno planea estímulos por 143.000 millones de dólares, incluido cheques en efectivo por 114 dólares a los trabajadores.

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También habrá adelantos de pagos para los pensionistas y un impulso a los programas de bienestar familiar.El apoyo a las familias y la clase trabajadora es claro, pero no tanto con las empresas brasileñas.

Y el problema puede ser serio. Los economistas dicen que América Latina enfrenta su peor contracción desde la Segunda Guerra Mundial, con un impacto que previsiblemente doblará a la crisis de 2008.

México

Otra economía de mucho peso es la mexicana, pero aquí las cosas son radicalmente distintas, pues el presidente del país, el socialista Andrés Manuel López Obrador, insiste en que no se necesita un estímulo fiscal significativo.

Es más, hasta hace pocas semanas, ni siquiera era partidario del confinamiento o las medidas de distanciamiento social.

Con todo, López Obrador sí ha dicho que impulsará proyectos de obras públicas y préstamos a bajo interés, aunque su anuncio careció de fuertes medidas de impulso fiscal.

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Mientras tanto, es probable que el virus disminuya las remesas de efectivo de expatriados que trabajan en países ricos como Estados Unidos, y que son un salvavidas para muchas familias.

Ni siquiera el petróleo podría aliviar las tensiones. Según comenta Alfredo Álvarez-Pickman, gestor del fondo Key Capital OCHO, México produce un crudo más pesado y necesita que los precios estén por encima de los 55 dólares.

Nada que ver con los 33 dólares en que cotiza ahora el Brent.

India

La tercera economía más grande de Asia ha implementado un cierre de las actividades durante 21 días, lo que se traducirá en una contracción del PIB durante el primer trimestre.

Sin embargo, el país ha dedicado a estímulos fiscales apenas del 1% de su producto interior bruto.

Con ello, el ejecutivo deja la recuperación prácticamente en manos del banco central indio, que ha rebajado los tipos de interés y ha anunciado inyecciones de liquidez por valor de 50.000 millones de dólares.

La respuesta fiscal es muy tibia, y algunos economistas están reclamando que el Gobierno sea más laxo y permita un déficit de hasta el 5% del PIB.

También se ha puesto sobre la mesa la renta universal básica, una medida con escasas posibilidades de éxito, dada la contracción hacia la que se encamina el país.

Rusia

La respuesta fiscal en Rusia también ha sido muy tímida. A pesar de los más de cuatro años de austeridad, el plan fiscal apenas alcanza los 3.800 millones de dólares, financiados a base de impuestos sobre los dividendos y los grandes depósitos bancarios.

El objetivo es ayudar a empresas y ciudadanos afectados por el coronavirus, y aunque el gobierno de Putin ha dejado caer que tiene unos 12.000 millones de dólares en la hucha para responder a la crisis, no está claro si todos esto fondos se llegarán a emplear.

La razón por la que Rusia ha optado por el ahorro tiene que ver con la crisis del petróleo, pues el ejecutivo no desea incrementar los gastos estando los precios del crudo ligeramente por encima de los 30 dólares.

China

El país donde se originó la pandemia del coronavirus ha vuelto a reabrir su economía, con el Gobierno decidido a ampliar el gasto fiscal e impulsar las infraestructuras. Claro que los detalles del paquete siguen siendo desconocidos.

Por ahora, se habla de cifras que rondan el 1,6% del PIB, una expansión del gasto que los economistas tildan de modesta, nada que ver con los 564.000 millones de dólares de gasto fiscal movilizado por China hace una década.

Entre otras cosas, porque el fuerte endeudamiento del gigante asiático impide mayores esfuerzos.

Además, el hecho de haber dejado atrás el brote ni mucho menos garantiza una recuperación sólida, pues ahora China tendrá que lidiar con la caída de la demanda en el resto del mundo.

Los economistas de Bloomberg ven cada vez más lejana la recuperación en forma de ‘V’ de la que se hablaba en principio. Principalmente, porque nadie espera un gran bazuca fiscal desde Pekín para liderar la recuperación global.

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