Y en eso se apreció el yuan

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Mientras los gobernantes europeos prometen un test de estrés a la banca que el mercado ha respondido con verdadera euforia, tanto en el mercado de bonos como en el de renta variable, también ponen en una situación de verdadero estrés a las economías con severísimos planes de ajuste. Tanto, que Paul Krugman habla de, prácticamente, políticas masoquistas. Según el Premio Nobel, en algunas ocasiones, a planes de recorte del gasto tan severos sí han seguido periodos de gran expansión. Por ejemplo, en Dinamarca e Irlanda en los ochenta; y en Canadá, Finlandia y Suecia, en los noventa. Todos estos países, cuando iniciaron los ajustes, tenían margen para bajar los tipos de interés, incluso llegaron a devaluar su moneda; además, habían iniciado una fuerte recuperación y, por ende, contaban con una balanza comercial fuertemente superavitaria. Krugman concluye que, para que no haya una repercusión penosa en la economía, al recorte del gasto público se debe compensar con un precio del dinero más bajo y con superávit comercial. La primera condición no se cumple en ningún país del mundo. La segunda, casi exclusivamente en Alemania.

Y en eso llegó China, prometiendo una mayor flexibilidad en la evolución del yuan, lo que implica una revaluación con respecto al resto de las monedas, fundamentalmente con respecto al dólar. Esto tiene varias implicaciones positivas para el crecimiento mundial. Por un lado, las exportaciones chinas pierden competitividad con respecto a las occidentales: éstas pueden arañar algo de la cuota de mercado perdida. Por lo tanto, un plus de crecimiento para las maltrechas economías europea y estadounidense. Y otro más: con un yuan más caro, a China le resulta más barata la importación de materias primas, lo que provocará un incremento de su demanda y, por tanto, también una subida de los precios. Eso estaban cotizando esta mañana las acciones de Acerinox, ArcelorMittal y del propio barril de crudo. Así, en las "commodities" puede reaparecer un otro atractivo para el inversor.

La revaluación del yuan también frenará la vertical subida de la inflación de China y del precio de los inmuebles. Eso dicen los expertos que esta mañana consultaba Bloomberg. ¡El mercado estaba tan preocupado por la posibilidad de una subida de los tipos en el gigante asiático! Porque ello podría tener nefastas repercusiones en la recuperación global. Me pregunto que dirá ahora Noriel Roubini, que hasta hace cuatro días clamaba por una inmediata subida del precio oficial del dinero en China para poner coto a la burbuja inmobiliaria.

La última medida del Politburó del Partido Comunista Chino aumenta el poder adquisitivo de los ciudadanos chinos, lo que podría ayudar a corregir uno de los principales desequilibrios económicos del mundo: el excesivo ahorro de China y, por tanto, su escaso consumo.

Las Bolsas asiáticas han recogido esta noticia con verdadera euforia. En el mercado chino, bancos, aerolíneas y el sector inmobiliario era el más rentable de la jornada. Además, Morgan Stanley acaba de elevar su recomendación sobre las compañías de su "real estate". También a los bancos cuyo negocio principal sea la concesión de préstamos. BNP Paribas, que antes era "neutral" respecto al mercado mercado chino, acaba de mejorar su consejo hasta "sobreponderar". El inversor no debe olvidar que, a la revalorización de las acciones, se sumará ahora un tipo de cambio que se promete favorable.

Pero, no sé por qué, a mí todo esto me huele a que la burbuja china se seguirá hinchando. Pero, quizá, de momento, ayude a frenar la espiral deflacionista en la que comenzábamos a vernos inmersos. Gracias, Hu Jin Tao. ¿O deberíamos agradecérselo a Mr. Timothy Geithner? Aunque, no nos emocionemos. De momento es sólo una promesa. A ver qué pasa en la reunión del G-20.

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