Omán se queda con Berkeley tras 15 años de conflictos en Salamanca

El fondo soberano de Omán se hace con el 41 por ciento del capital de Berkeley tras ejecutar unos bonos convertibles adquiridos en 2017

El proyecto minero millonario que una compañía australiana inició en Salamanca hace poco más de 15 años ha acabado en manos del Sultanato de Omán, tras el dictamen de un juez a 17.500 kilómetros de distancia de Retortillo, el pueblo de unos 200 habitantes convertido en centro de la disputa entre la nación petrolera y Berkeley.

Con un escueto comunicado en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la compañía minera cotizada en el mercado contínuo, Berkeley Energía Limited, informó de la emisión de más de 186 millones de acciones por valor de 0,32 euros cada una, en favor de una compañía con sede en Singapur que es a su vez subsidiaria del fondo soberano del Estado de Omán.

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De esta manera, la nación del Golfo Pérsico se hace con el 41,9 por ciento del capital de Berkeley a través de un bono de deuda convertible, tras haber salido victoriosa de un litigio sentenciado en la Corte Suprema de Victoria, el tribunal superior de justicia del estado australiano de Victoria, cuya capital es Melbourne.

Un golpe mortal tras otro

La sentencia en cuestión se produjo después de que el fondo soberano de Omán reclamara a Berkeley ante los tribunales australianos la amortización de una deuda de 56 millones de euros que destinó como inversión en la construcción de la mina de Salamanca.

La nación árabe alegó que el proyecto de Berkeley ha fracasado, y exigió la devolución inmediata del dinero invertido en la compañía australiana.

Omán cerró el acuerdo de financiación con Berkeley en agosto de 2017, tras un acuerdo en que el sultanato se comprometió a invertir 120 millones de dólares en la construcción de la mina en Retortillo a través de los mencionados bonos convertibles, así como mediante unas opciones por valor de 85 céntimos.

La junta directiva de Berkeley siempre sostuvo que las acusaciones sobre el fracaso del proyecto eran incorrectas, y aseguró que pelearía la sentencia en los tribunales, pero parece haber cedido a la evidencia tras recibir otro mazazo del Gobierno de España.

Berkeley anunció ayer que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) ha denegado formalmente la autorización solicitada por la compañía para iniciar la construcción de su prometida planta de uranio, después de que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) rechazara el proyecto por "la escasa fiabilidad y en las elevadas incertidumbres de los análisis de seguridad de la instalación radiactiva en los aspectos geotécnicos e hidrogeológicos".

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La minera australiana también discutió vehementemente la decisión del CSN, asegurando que demostrarían claramente que el proyecto cumple con todos los requisitos, y acusando al CSN de tomar una decisión arbitraria al emitir un informe "que carece de apoyo técnico y legal".

La postura de Berkeley ante la decisión del MITECO ha sido igual de encendida, llegando a alegar en su comunicado a la CNMV que el Ministerio "no ha seguido el proceso legalmente establecido al no tener en cuenta el informe de mejora" emitido por la empresa para tratar de levantar el veto del CSN.

La compañía, no obstante, no ha parado de recibir reveses judiciales e institucionales, y el proyecto de exploración minera en Salamanca que comenzó hace más de 15 años queda ahora en manos de Omán, que o bien no ha tenido paciencia para seguir financiando la eterna promesa de Berkeley, o ha jugado perfectamente sus cartas para arrebatar un proyecto en construcción ad infinitum.

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¿Fin de la montaña rusa bursátil?

Las acciones de Berkeley han caído un 1,75 por ciento durante la sesión del martes, tras conocerse la emisión de nuevas acciones para cumplir con las obligaciones de deuda.

La cotización de la empresa minera australiana ha protagonizado un extenso camino de altibajos desde que comenzara a cotizar en el mercado continuo en julio de 2018, convirtiéndose en un chicharro bursátil que atrajo a una gran cantidad de inversores por sus oportunidades de rentabilidad.

El futuro de la compañía, no obstante, no parece muy prometedor, teniendo en cuenta que su única actividad en España es, precisamente, la proyección de esta mina en Salamanca. La instlación no ha contado con el apoyo gubernamental definitivo para que se ponga en marcha, tras 15 años de prospecciones, préstamos, contratos a futuro y salidas a bolsa sin contar con una operativa en funcionamiento.

Queda ver si ese devenir cambia con la entrada de Omán en la compañía.

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