Guía para reunificar deudas: en qué casos conviene y cómo hacerlo bien

Reunificar deudas puede ser una opción en determinados casos, pero hay que elegir bien el producto y los plazos. En el sector hay muchas opciones sin regular

En ocasiones, la falta de una buena cultura financiera, o una mala racha económica puede hacer que una persona se encuentre enmarañada en un gran número de deudas. Y, solo en determinadas ocasiones, la reunificar deudas podría ser una solución.

Estefanía González, portavoz de finanzas personales de Kelisto, explica que “esta opción sería conveniente para quienes se encuentren en una situación en la que les resulta casi imposible asumir las deudas que han contraído”.

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Javier Mezcua, experto financiero de Helpmycash, distingue entre dos situaciones en las que sí sería recomendable reunificar deudas.

En primer lugar “si el cliente tiene muchos créditos vigentes, le cuesta llegar a fin de mes y necesita agrupar sus préstamos en uno solo para que le quede una cuota más baja que lo que paga por todos sus préstamos por separado”. 

También “si el cliente tiene varias deudas con un interés muy alto (por tarjetas de crédito, por ejemplo) y las agrupa en un solo préstamo con un interés más bajo para pagar una cuota más barata” y ahorrar en tipos de interés. 

Pero también implica cierto riesgo porque esta operación conlleva un coste, que, en ocasiones, puede ser muy elevado.

No solo por las comisiones del nuevo préstamo, si no porque “hay que liquidar los créditos que se quieren agrupar, que pueden tener una comisión por amortización anticipada. Por ello, hay que echar cuentas y valorar si pagar esas comisiones compensa”, añade Mezcua. 

“Por tanto, nunca debería ser una alternativa para ganar oxígeno y seguir endeudándonos”, sentencia González.

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Guía para reunificar deudas de manera eficaz

Lo primero es elegir bien el producto. La opción más conveniente es hacerlo a través de una hipoteca diseñada para la refinanciación –porque es más barata que un préstamo-y hacerlo a través de una entidad bancaria o una financiera que ofrezca garantías.

“No hay que olvidar que en este sector podemos encontrar a muchos prestamistas privados, no regulados, y que eso eleva aún más el riesgo de la operación”, advierte González.

El plazo también es esencial: en muchos casos, nos van a ofrecer plazos largos de amortización para poder reducir a cuota mensual al máximo, pero hay que ser consciente que un mayor plazo indica más intereses.

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Por tanto, hay que alargar el plazo lo menos posible, recomiendan los expertos.

¿Cómo es el proceso de reunificar deudas?

Antes de llevar a cabo la reunificación de deudas es imprescindible comparar ofertas, entender bien el precio y letra pequeña de cada una y elegir aquella que mejor se adapte a las circunstancias del cliente.

“No hay que olvidar que, si tenemos un hipoteca y nuestro banco acepta hacer la refinanciación mediante este mismo préstamo, nos ahorraríamos parte de los gastos iniciales (aunque es posible que tuviéramos que pagar gastos de novación –si nuestra hipoteca los tiene-, dado que se modifican las condiciones iniciales del préstamo)”, recuerda González.

Dos opciones

Existen dos opciones para refinanciar las deudas. La primera, refinanciación vía hipoteca. Esta opción es la más barata (en lo relativo al TIN que aplica), pero requiere de una garantía hipotecaria que todo el mundo no tiene.

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En el caso de que el deudor no tenga una vivienda o no quiera (o no puede) hipotecarla, la segunda opción sería un préstamo personal para conseguir el dinero.

“También puede negociar con alguno de sus acreedores que le amplíen el capital de un préstamo.”, añade Mezcua.  

En cualquier caso, hay ofertas en bancos, financieras y prestamistas privados.

Con estos dos últimos casos –sobre todo con el último- hay que tener especial cuidado y entender muy bien a qué tipo de regulación están sometidos y qué clase de condiciones aplican, advierte González, porque pueden ser intereses desorbitados.

Dos conclusiones finales. Siempre “será mejor agrupar las deudas, aunque cueste más a la larga, que dejar sin pagar las cuotas”, indica Mezcua.

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Y, una vez hecho el proceso, evitar volver a incurrir en las prácticas que desembocaron en esta necesidad de refinanciación.

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