Urdangarin por primera vez se parapeta tras la Casa Real para descargarse de responsabilidad

«No daba un paso en mi vida sin consultárselo a García Revenga», asegura el imputado, que también señala al conde de Fontao y al asesor fiscal de Zarzuela. -El exduque se presenta como víctima de todos pero naufraga en una marea de continuas contradicc

Víctima de todos e ignorante de todo. Iñaki Urdangarin se esmeró durante casi ocho horas en presentarse a sí mismo casi como una 'cabeza de turco' de una conjura. Una suerte de conspiración para hacerle delinquir sin que él jamás se enterara. Desmemoriado en extremo cuando se veía acorralado, señaló como principales responsables de sus delitos a sus asesores y por primera vez apuntó -y lo hizo por partida triple- a la Casa Real para exonerarse.

Pero en esa complicada estrategia el imputado naufragó en un mar de continuas incoherencias. Una circunstancia que el fiscal Pedro Horrach aprovechó para 'crucificarle' ante el tribunal. El segundo día de interrogatorio del exduque estuvo plagado de incontables contradicciones - cerca de tres decenas - sobre todo en las preguntas en las que alegaba una aparente amnesia cuando hace tres años sí recordaba todo, incluidas las cuentas de Nóos.

Su desmemoria, eso sí, fue selectiva, porque sí que se acordó de todos los detalles para intentar enfangar a la Casa Real. Por primera vez desde que comenzara este caso hace cinco años, Urdangarin descargó su responsabilidad en Zarzuela, siguiendo el camino marcado por su ahora, de nuevo, amigo Diego Torres. «No daba un paso en mi vida sin consultárselo a García Revenga», dijo el imputado en referencia a la supuesta supervisión que ejercía el secretario de las infantas.

Carlos García Revenga no fue el único asidero 'real' al que se agarró Iñaki Urdangarin. El exduque tiró también para exculparse del asesor jurídico de Juan Carlos I, José Manuel Romero, conde de Fontao, con el que dijo que mantenía «reuniones periódicas» y que fue el que le instó a que se desvinculara «formalmente» del Instituto Nóos en 2006.

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También sacó a colación el nombre de Federico Rubio, un alto funcionario de la Agencia Tributaria, al que calificó de «asesor que venía por parte de la Casa del Rey» para controlar la declaración fiscal de la infanta, de él mismo y de Aizoon. O sea, dando a entender que tenía el visto bueno de Zarzuela para facturar a través de la sociedad trabajos personales, cometiendo así un flagrante fraude.

Iñaki Urdangarin, en esa táctica de culpar a otros, llegó incluso de tratar de desvincularse del mayor 'pelotazo' que dio el Instituto Nóos, las cumbres Valencia Summits de 2004, 2005 y 2006 por las que las administraciones de aquella comunidad pagaron 3,1 millones de euros. Aseguró que la idea y «sugerencia» de que esos eventos deportivos se celebraran en Valencia fue del expresidente del COI, Juan Antonio Samaranch. Según Urdangarin, Nóos pretendía hacer esos encuentros en Boston y no en la capital del Turia.

Más coartadas

Pero Zarzuela y Samaranch no fueron sus únicas coartadas. También arremetió contra los 'arrepentidos' que le señalan, Marco Antonio Tejeiro, contable de Nóos, y Miguel Tejeiro, asesor fiscal del entramado y de Aizoon. A Miguel Tejeiro fue al que acusó directamente de haberle metido en lío de Aizoon. Él, según el marido de la infanta, «creó» la sociedad en 2003. «Me dijo que para canalizar mis honorarios era interesante tener una sociedad». También imputó a Miguel Tejeiro la idea de fundar De Goes, la sociedad que usó supuestamente el exduque para blanquear. «Siempre he confiado en su opinión», explicó.

A su papel de víctima de los Tejeiro, Urdangarin le dedicó mucho tiempo. «Yo seguía las instrucciones de Miguel y Marco Tejeiro». «Estaba siempre dirigido por mis asesores». «Siempre he delegado en mis asesores». «Me dedico a lo que me dedico y siempre he confiando en las personas que tengo a mi alrededor». «Yo siempre soy asesorado por Miguel y Marco Tejeiro en los temas contables y fiscales»...y así, hasta la saciedad.

Otra de las patas de la declaración del cuñado de Felipe VI fue una mezcla de evasivas y de respuestas para presentarse como el «relaciones públicas» de Nóos, con verdadera alergia a los números. El socorrido «lo desconozco», que pudo repetir en más de un centenar de ocasiones, fue dando paso a frases como «los temas de facturación no los he llevado».

La retahíla de excusas para desmarcarse de los delitos económicos fue interminable. «El tema de las facturas estaba delegado al departamento de contabilidad de Marco Antonio Tejeiro». «Yo no estaba pendiente del tema contable ni económico de las cumbres». «Mi papel como presidente era explicar lo que estábamos haciendo, no gestionar los patrocinios». Urdangarin llegó al extremo de asegurar que no sabía ni quién era el gerente de Nóos.

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