La incertidumbre sobre el futuro Gobierno pasará factura
En el complejo de la Moncloa, desde que se celebraron las elecciones el pasado 20 de diciembre, la única sala[…]
En el complejo de la Moncloa, desde que se celebraron las elecciones el pasado 20 de diciembre, la única sala donde se aprecia algo de actividad es la del gimnasio. Allí acuden cada día políticos, asesores y los funcionarios destinados en ese recinto que, desde que se encuentran en funciones, han visto cómo su jornada laboral está completamente vacía de contenido. No tienen apenas trabajo, salvo algo puntual, por lo que pasan horas entre aparatos de gimnasia para combatir el aburrimiento que arrastran desde hace casi cuatro meses.
Lo que está sucediendo en el Palacio de la Moncloa es un claro reflejo del parón que sufre nuestro país por la incompetencia de la vieja y la nueva política, cuyos líderes han sido incapaces de alcanzar lo mínimo que se le exige a un dirigente por ocupar un cargo público: ¡acuerdos!
En el número de esta semana de INVERSIÓN & Finanzas.com, el premio Nobel de Economía en 2004 Finn E. Kydland alerta del grave problema que puede suponer para el crecimiento económico español la falta de Gobierno. «Las decisiones empresariales necesarias para que la economía crezca de forma sostenible precisan de un marco legal y fiscal estable en el largo plazo». Un marco del que hoy carece España y que está provocando la huida de los inversores, como advierte Kydland en la entrevista concedida a nuestra publicación.
Si en los próximos días no se produce un giro radical de los acontecimientos que casi nadie espera, todo apunta a que a finales de junio volveremos a las urnas. Una pésima noticia que se une a la sensación de frustración e impotencia que todo este proceso deja en los ciudadanos, que se han sentido «engañados» por unos políticos que desde el día después del 20D ya tenían la vista puesta en una nueva cita electoral.
Se podían haber ahorrado estos cuatro meses de ¿negociaciones? que han sido una auténtica farsa, una verdadera tomadura de pelo a la ciudadanía, un ejercicio de irresponsabilidad que sus protagonistas tienen que pagar. Y no se me ocurre un mejor modo que a través de las urnas. En todo este tiempo transcurrido, los partidos y sus líderes, con su actuación, han quedado perfectamente retratados. Los ciudadanos han tomado nota. Y tienen ahora una oportunidad de oro de poner a cada uno en su sitio. No la desaprovechen.