El antiguo abogado de Trump, deseoso de contar sus secretos

La presidencia de Donald Trump ha entrado en una nueva fase tras las acusaciones de su antiguo abogado Michael Cohen,[…]

La presidencia de Donald Trump ha entrado en una nueva fase tras las acusaciones de su antiguo abogado Michael Cohen, al cruzar la línea que marca un antes y un después. Un momento alimentado por el pánico que viene definido por una oleada de movimientos para salvar la propia piel en una rápida sucesión de colaboraciones con la justicia en busca de refugio en la investigación de la trama rusa que dirige el fiscal especial Robert Mueller.

El propio ministro de Justicia, Jeff Sessions, en respuesta a los nuevos ataques del presidente de haberle fallado a la hora de controlar su propio departamento, declaró por escrito que sus decisiones no se verán influenciadas de manera impropia por consideraciones políticas. Dos senadores republicanos, Lindsey Graham y Charles Grassley, sugirieron que Sessions podría ser sustituido después de las elecciones de noviembre. El ministro, que se recusó a sí mismo en la investigación sobre la interferencia de Rusia en las presidenciales de 2016 en los primeros momentos de su mandato, debido a su propia implicación en la campaña electoral de Trump, no podría defender al presidente en lo referente a Mueller.

En otra vuelta de tuerca, trascendió que David Pecker, jefe del 'National Enquirer' y amigo de Trump, colabora con la investigación federal contra Michael Cohen a cambio de inmunidad. Pecker recibió una citación 4 meses atrás por su papel en la operación para comprar el silencio de Stormy Daniels y Karen McDougal. Pecker pagó un alto precio por las historias de las dos mujeres que mantuvieron relaciones con el entonces candidato presidencial. Los reportajes nunca vieron la luz y llevaban adjunto un acuerdo de confidencialidad. El 'rey del tabloide' podría perder su permiso de publicación de prensa por ayudar en su momento a la campaña de Trump en la desviación de fondos para influir en las elecciones.

Con los moratones aún frescos tras los reveses de la 'noche negra' del martes, el universo Trump se esfuerza por encontrar argumentos para desacreditar a Cohen por haber declarado bajo juramento que el presidente le indujo a delinquir. Trump, que según fuentes de la Casa Blanca se encuentra de muy mal humor bajo una creciente sensación de acoso, contraatacó en una entrevista al canal ultra Fox señalando que debería ser casi ilegal cooperar en un caso criminal a cambio de una sentencia reducida.

El mandatario jugó también la carta económica. En caso de una moción de censura ('impeachment') contra él, amenazó, los mercados se desplomarían y «todo el mundo sería más pobre». Y, como es habitual, la réplica del presidente a los últimos reveses contenía autoalabanzas: Se autocalificó con una nota A (10 ) y se preguntó cómo se podría plantear una moción de censura a alguien que ha hecho «tan buen trabajo para el país».

En la entrevista con Fox, Trump señaló también que los pagos a las mujeres con las que tuvo aventuras no provinieron de la campaña sino de su propio bolsillo, lo cual, según él, no constituye violación de la ley de financiación de campañas. El presidente trajo a colación una multa a la campaña de Obama de 2008 por el retraso en declarar algunas abultadas donaciones en los días finales pero olvidó mencionar las irregularidades de la suya propia campaña en la que las autoridades, donde las autoridades encontraron errores en 1.100 aportaciones que excedían los límites permitidos.

Empresa pantalla

Por su parte, Michael Cohen tiene ya una citación para declarar en el proceso del Estado de Nueva York contra la Fundación Trump por violaciones a la Ley de Organizaciones de Caridad, que incluye no sólo al presidente, sino también a sus tres hijos Ivanka, Eric y Donald Jr. Tras recibir la citación, Cohen se ofreció personalmente en una llamada a la Fiscalía General de Nueva York para ayudar con información sobre el caso, en un esfuerzo por incrementar su propio valor judicial en las varias investigaciones en marcha contra el presidente. La demanda contra la familia Trump establece que la fundación es en realidad una empresa pantalla utilizada para resolver sus disputas judiciales, ayudar en la campaña presidencial y cubrir gastos personales y de negocios. De resultar en un veredicto de culpabilidad, Trump no podría hacer uso del perdón presidencial que no cubre las causas judiciales en los Estados.

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Desesperado, bajo extrema presión legal por las investigaciones judiciales en sus propios negocios que también implican a su mujer, Cohen, el ex 'hombre para todo' de Trump, está dispuesto a ofrecer lo que sabe sobre el presidente a cambio de negociar una reducción de sus sentencias en varios frentes legales. Dada su proximidad al entramado del mandatario, Cohen estuvo al tanto de muchos secretos sobre los negocios de la familia, donde las líneas entre lo privado y lo empresarial se confunden.

Cohen ha desvelado también el impacto personal y en los suyos que están teniendo sus problemas con la ley, que incluyen, entre otros, préstamos bancarios irregulares así como fraude fiscal de la empresa de taxis que gestionaba el conocido 'rey de los taxis' de Nueva York, Evgeny Freidman. El inmigrante ruso, que en mayo se declaro culpable de ocultar impuestos, colabora en la investigación federal contra su exgerente. En su reencarnación en hombre honesto, Cohen reveló el impacto que le causó una conversación con su padre, en la que éste le dijo que no sobrevivió al Holocausto para ver su apellido arrastrado por Trump.

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