China no está de fiesta

Como ha comentado el economista de BNP Paribas Chen Xingdon, "nadie podía imaginar que esto iría tan rápido", en referencia[…]

Como ha comentado el economista de BNP Paribas Chen Xingdon, "nadie podía imaginar que esto iría tan rápido", en referencia a la confirmación de China como segunda economía mundial después de superar a Japón. Hasta 1992, China no ocupaba un puesto entre las diez mayores economía mundiales. En 2007 alcanzó el tercer lugar tras superar a Alemania y ahora que ha desbancado a Japón, mira hacia el primer puesto, posición que, según los expertos, puede ocupar en siete años en sustitución de Estados Unidos.

Pero China no está de fiesta. Los chinos no ven motivos para celebrar este rápido ascenso. China teme que esta posición privilegiada puede ejercer una mayor presión sobre el país y hacer más visibles las carencias que presenta su desarrollo. Por ejemplo, en la actualidad, más de cien millones de personas viven en China con menos de dos dólares diarios, según estimaciones del Banco Mundial. Por eso, las autoridades políticas y económicas chinas han adoptado una posición muy cautelosa a la hora de valorar su ascenso como segunda potencia económica mundial. "Somos la segunda economía del mundo, pero no la segunda más fuerte del mundo" se puede leer en el Diario del Pueblo, el órgano del Partido Comunista.

Pero por mucho que traten de minimizar este éxito y de no querer hacer frente a sus compromisos globales como segunda economía mundial, lo cierto es que si China quiere dar el salto a la primera posición económica, deberá resolver cuanto antes su delicada situación interna. De lo contrario, es muy posible que el descontento social se extienda y dé paso a una etapa larga de protestas y enfrentamientos que frene esta meteórica escalada económica.

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