BCE: la independencia, cuestión de supervivencia
¿Había acaso alguna duda de que el BCE subiría los tipos de interés, después de anunciarlo vehementemente el mes pasado?[…]
¿Había acaso alguna duda de que el BCE subiría los tipos de interés, después de anunciarlo vehementemente el mes pasado? Todavía algún analista incauto pensaba la víspera que no los subiría, dadas la poderosas razones para no hacerlo. ¿Tiene alguna lógica económica lo que está haciendo? Económica desde luego, no. Mantener a raya una inflación importada por los precios del petróleo (desde 2002 han crecido un 340%) sólo con la política monetaria es irracional. Sólo un motivo político puede sustantivar la postura que han mantenido hasta ahora los dos gobernadores del BCE (Duisenberg y Trichet).
Los analistas son claros, Trichet está en medio de una espiral que se autoalimenta. Su empecinamiento está manteniendo una presión bajista sobre el dólar que, a su vez, encarece el barril del petróleo (tómense unos minutos para comparar la escalada del euro sobre el dólar y el precio del barril). ¿Por qué se enroca en mantener que no se puede sostener una economía con tipos por debajo de la inflación? ¿Acaso no ha hecho esto mismo la Reserva Federal (Fed)?
La respuesta sólo puede tener una razón, la institucional: el BCE prima en sus decisiones la ostentación de independencia frente a los Gobiernos de la Unión. ¿Se han dado cuenta que es el único banco central que no convive dentro de un Estado? Su poder, enorme, se acrecienta a medida que se acumulan los atascos en el proceso de unificación política. Y mientras los irlandeses (antes franceses o holandeses) embarrancan el tratado de Constitución, el señor Trichet campa por sus fueros, ignorando las peticiones de Zapatero, Sarkozy, Merkel... Al contrario que la Fed (muy activa desde el estallido de la crisis), el BCE ha optado por el inmovilismo y lo ha convertido en su objetivo de existencia vital.