Bajada de tipos y nuevo QE: las dos balas en la recámara de Draghi

A las 13:45 los mercados ya conocieron que el BCE retrasará, una vez más, la subida de tipos. En esta[…]

A las 13:45 los mercados ya conocieron que el BCE retrasará, una vez más, la subida de tipos. En esta ocasión hasta el primer semestre de 2020. Pero faltaba la rueda de prensa del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, en la que se esperaba una actualización de las previsiones macro y de inflación a la baja para el próximo año. Si algo ha caracterizado al italiano es por utilizar muy bien los tiempos en su discursos y el poder de la palabra. En la rueda de prensa del jueves, fue más lo que no dijo que lo que dijo. 

Para empezar, rebajó sus previsiones de crecimiento e inflación; amplió su forward guidance (comprometiéndose a mantener los tipos suspendidos "al menos hasta el primer semestre de 2020"); y fijó el tipo de interés al que concederá préstamos a los bancos en el marco del programa TLTRO-III en un -0,3%. Todos estos son ajustes bastante marginales. Sin embargo, el mercado ya está fijando una perspectiva muy plana para los tipos de interés oficiales del BCE; y los detalles del TLTRO-III son en realidad ligeramente menos generosos que los del programa anterior.

La verdadera acción llegó en la rueda de prensa. El presidente Draghi subrayó que el BCE está dispuesto a actuar "si se materializan contingencias adversas", y planteó explícitamente la perspectiva de recortar tipos o de reiniciar el QE como opciones que están sobre la mesa. Esta nueva relajación de la política monetaria está siendo debatida por el Consejo de Gobierno del BCE, lo que aumenta significativamente la probabilidad de que el próximo paso sea una relajación pura y simple de la política monetaria, señala Paul Diggle, economista político de Aberdeen Standard Investments

La declaración señalaba que "la contribución positiva de los tipos de interés negativos a la orientación acomodaticia de la política monetaria y a la convergencia sostenida de la inflación no se ve socavada por los posibles efectos secundarios sobre la intermediación bancaria", lo que significa que el BCE cree que podría reducir aún más los tipos de interés en caso necesario (y, de hecho, los recientes trabajos de los economistas del BCE han sugerido que, con un -0,4%, los tipos de interés de política monetaria siguen siendo globalmente estimulativos, en lugar de contractivos, para los préstamos bancarios). La jerarquización de los depósitos sigue sobre la mesa como una forma de mitigar las posibles consecuencias negativas de recortar las tasas de manera más negativa. Por su parte, Draghi afirmó que el BCE aún tiene un "margen de maniobra considerable" para realizar compras de bonos de calidad. Observamos que los límites autoimpuestos a las compras de bonos del BCE son precisamente eso: autoimpuestos. Podrían doblarse o retirarse si el BCE considerara necesario reiniciar el QE.

De la misma opinión es Olivia Álvarez, de Monex Europe, quién insiste en que "estos elementos combinados inclinan la balanza hacia una postura más relajada de lo esperado, los comentarios de Draghi no descartan la disposición del banco a utilizar sus instrumentos de política ante las crecientes amenazas del panorama económico".

"El presidente del BCE dijo varias veces que los recortes de tipos y la renovación de las compras de activos eran opciones viables, especialmente si la Reserva Federal volvía a recortar los tipos de interés como resultado de las prolongadas tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. Las bajadas de tipos son la política de seguros de la Reserva Federal y un instrumento para mantener la economía mundial en una senda sostenible. Después de todo, ahora existen muchas incertidumbres comerciales que justifican recortes cautelares de los tipos de interés, aunque el gasto de los consumidores a ambos lados del Atlántico se mantiene en buena forma y parece resistente.

Sin embargo, la probabilidad de una relajación significativa de la política del BCE está aumentando claramente, tanto porque los fundamentales del crecimiento como de la inflación son débiles, es muy posible que se produzca una nueva escalada de la guerra comercial, y el debate en el Consejo de Gobierno se está orientando hacia una nueva relajación. Tanto los recortes de los tipos de interés como el reinicio del QE forman parte del debate. La elección del instrumento a utilizar, en caso de que se considere necesario, puede depender de la naturaleza del "choque". Si es necesaria una flexibilización porque la evaluación del BCE del entorno de crecimiento e inflación se modera en relación con el nuestro, el instrumento elegido puede ser el QE. Si se requiere una relajación debido a que los recortes en los tipos de interés de la Reserva Federal significan una apreciación del euro, los recortes en los tipos de interés pueden ser la opción preferida. Y si se utiliza la flexibilización porque Europa se ve envuelta en una guerra comercial con los EE.UU., ambos podrían utilizarse juntos.

La pega es la transición del liderazgo del BCE. El el campo de candidatos se encuentran tanto los "centristas" de la política monetaria (Olli Rehn y Erkki Liikanen, actual y anterior Gobernador del Banco Central de Finlandia, y Francois Villeroy de Galhau, Gobernador del Banco de Francia) como a un notable halcón (Jens Weidmann, Presidente del Bundesbank). El obstáculo para una nueva flexibilización es algo más alto bajo los candidatos "centristas" que bajo Draghi, mientras que bajo Weidmann sería aún más alto. Todo esto significa que, en caso de que sea necesaria una respuesta política del BCE (podría decirse que ya lo ha hecho), puede llegar tarde y en un tamaño demasiado pequeño para mejorar significativamente las perspectivas de crecimiento e inflación.

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Ahora, habrá que estar atentos al próximo foro del BCE, que se celebrará en Sintra del 17 al 19 de junio, pues en este evento el organismo podría volver a sorprendernos.

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