Ahorren que todavía queda lo peor

La semana pasada asistimos a un desplome bursátil que ha dejado en los huesos a la mayoría de los inversores,[…]

La semana pasada asistimos a un desplome bursátil que ha dejado en los huesos a la mayoría de los inversores, incluidos los pequeños ahorradores, dueños del 30% de las acciones que se compran y venden en el mercado. Pero lo peor no fue el derrumbe en sí de los índices, sino las más que preocupantes noticias empresariales y macroeconómicas que amenazan con un futuro negrísimo para el bolsillo de los ciudadanos de a pie.

Compañías del calibre de Renault, Daimler, Fiat, Peugeot, Sony, Microsoft, Yahoo! y Air France-KLM anunciaron que serán incapaces de alcanzar sus estimaciones. Lo curioso es que estos profit warnings hayan llegado tan pronto, en la presentación de las cuentas del tercer trimestre del año, un periodo -el que va de julio y septiembre- en el que el pesimismo todavía no había calado en las cuentas de resultados.

Lo peor es que cuando las empresas advierten que incumplirán sus promesas de resultados, la siguiente consecuencia son los despidos masivos. Da igual que se trate de una gran multinacional, que de una empresa mediana o una pyme. Compañías como Volvo (3.000 despedidos) Telefónica, Orange, Seat, ONO (recorta al 30% de la plantilla) han sacado la guadaña a pasear, como han hecho otras de menor tamaño, como Lois (324 personas sin trabajo) o Puerta Mavisa (124 empleados), que directamente han cerrado el negocio

Y, desgraciadamente, esto no ha hecho más que empezar. La cascada de profits warnings va a coger tal caudal en los dos próximos trimestres, cuando la crisis financiera que todavía perdura tome tierra en la economía de la calle. que los 217.000 parados nuevos que se registrados en las oficinas del INEM entre julio y septiembre van a ser pocos con la que se avecina.

Pueden ustedes pensar que aquí somos muy pesimistas, pero lo cierto es que, sin jugar a profetas, la realidad está superando nuestros peores pronósticos, ya publicados en esta sección. Ante este escenario, con el riesgo de perder el empleo mañana mismo, sin descartar funcionarios que se creen con el sueldo seguro, sólo quedan dos cosas: una, trabaja más, y dos, ahorrar a marchas forzadas.

Aunque le pueda parecer difícil, siempre hay de dónde quitarse grasa de la cartera. Si usted prescinde de sus clases de idiomas, de los gimnasios -descubra qué sano es correr por los jardines-, del fisioterapeuta, de la televisión de pago y restringe el parque de móviles y el número de cenas o de cañas que se toma fuera de casa, igual se encuentra con la sorpresa de tener 2.000 euros más al año. De lo demás, tipo vacaciones de 15 días y celebraciones de alto copete, ya se le habrán quitado hasta las ganas y si no se las quitarán a la fuerza.

Porque lo que nos viene encima, no se confundan, es de tal magnitud que un día sí y otro también vamos a ver a personas manifestándose en la calle para salvar su empleo, como están haciendo estos días los afectados por el brutal ERE de Nissan. No va a haber plan de rescate que soporte la ira la del pueblo. Ya lo avisó Sarkozy la semana pasada: "El peligro al que nos enfrentamos es una revuelta popular sin precedentes".

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