¿Está tan muerto ese muerto llamado Reyal Urbis?
¿Alguien da un duro por Rafal Santamaría y su Reyal Urbis? Si las casas de apuestas permitieran apostar por la[…]
¿Alguien da un duro por Rafal Santamaría y su Reyal Urbis? Si las casas de apuestas permitieran apostar por la salvación de la compañía, se podrían ganar cifras millonarias. Mil contra uno, quizá, y sin exagerar. El caso es que cada día, sin excepción, la inmobiliaria parece estar salvando un match ball, como si cada uno de los 51 bancos acreedores se turnaran al otro lado de la red para ver quien saca más fuerte y dar por finiquitado un larguísimo y extenuante partido de tenis.
O el presidente de Reyal Urbis es un malabarista de primera -no se le conocen estas habilidades- o es que tiene algo más que ofrecer que otros que ya han caído y las bolas que le llegan desde el otro lado del campo no son tan fuertes. Ya se sabe que las comparaciones siempre son odiosas, pero entre quien ya ha canjeado hasta el mechero - casos de Habitat, Martinsa-Fadesa o Nozar- y quien aún conserva algunas balas en la recámara hay un largo trecho.
Se trata de una franja con la que Santamaría ha jugado hasta ahora con precisión de cirujano. Cuando se advirtió que la crisis del sector era irreversible a corto y medio plazo, vendió activos de primerísima calidad al Grupo Santander por encima de su valor de tasación. Más que suficiente para seguir adelante manteniendo una cuota importante de poder negociador. La prueba es que siempre consiguió salvar sus activos estrella: por ejemplo, el ABC Serrano o la cadena Rafael Hoteles, dos de las niñas de sus ojos.
¿Cómo? Ganando tiempo pactando con los bancos programas de venta de activos con descuentos -del 10% por ejemplo sobre el precio de tasación- que sabía que nadie le iba a aceptar. Dicho de otra forma, este maestro en el difícil arte de parar el reloj ha retenido unas cuantas joyas de la corona con las que mantener el pulso con unos bancos que después de lo de Nozar no se pueden permitir el lujo de apuntillar otra inmobiliaria. Otra cosa es que se la queden, pero eso es otra historia.
De momento, sabemos que la sociedad ha puesto en venta algunos de sus activos emblemáticos, obligada por los acreedores. Nada nuevo bajo el sol. Lo que sí sería novedoso es que lo hiciera con descuentos que permitieran cerrar transacciones. De momento, no se le conoce a Santamaría ninguna mala venta -ha rechazado alguna oferta presuntamente magnífica por el ABC Serrano-, cosa poco habitual cuando la camisa ya no llega al cuello.
¿Apostarían por una suspensión de pagos? Uno cree que no sería la primera opción y que, si finalmente lo fuera, antes que la de Reyal Urbis habrá otras cuantas en el sector, en esas compañías en las que los bancos no tienen nada que rascar. O eso, o hay una solución a lo Metrovacesa y Colonial, con los bancos tomando el control. Pero eso será si entre un mar de deuda hay algo que salvar. Santamaría, manteniendo algunos de los mejores activos del grupo, al menos mantiene abierta esta posibilidad. Otros, la inmensa mayoría, no pueden decir lo mismo.