Cataluña: Se agota el secesionismo
Los partidos secesionistas maniobran hacia escenarios más posibilistas como el referéndum y se alejan de la independencia unilateral.
Seis meses después de las elecciones catalanas, planteadas en clave de plebiscito, el secesionismo muestra síntomas de agotamiento: la mayoría absoluta que Junts pel Sí y la CUP obtuvieron el 27-S estaría hoy en peligro en caso de elecciones autonómicas, según las encuestas de la propia Generalitat (CEO). Además, la alianza entre Junts pel Sí y la CUP es cada vez más débil, pende de un hilo llamado presupuestos de la Generalitat y el proceso no acaba de despegar hacia la ruptura al ritmo que sus protagonistas desearían.
Por ello, el fantasma de la marcha atrás vuelve a estar en boca de todos. Está tan extendido que el expresidente de la Generalitat, Artur Mas, tuvo que improvisar recientemente una comparecencia para calmar a las bases: «¿Recular?, no me hagan reír», dijo. El caso es que había sido el propio Mas el que había alimentado las especulaciones cuando expresó que la nueva CDC no será independentista, sino soberanista, y que no se le podían exigir al Gobierno catalán objetivos tan ambiciosos que no pudiera cumplir. El también convergente Josep Rull abonó aún más la teoría de la rectificación al afirmar que en la nueva Convergència también tendrán cabida los no secesionistas. El cuadro declarativo lo completó Oriol Junqueras, descartando la independencia unilateral.
Sin embargo, el elemento que lleva a la oposición no secesionista a afirmar que hay rectificación de la hoja de ruta ha sido la vuelta a la reivindicación del referéndum por parte de CDC, de ERC, y hasta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC). Ocurre cuando se suponía que el 27-S hizo las veces de referéndum y que, por tanto, esa pantalla ya estaba superada y que los 18 meses previstos para la legislatura debían situar a Cataluña a las puertas de su nacimiento como nuevo estado. En cambio, la realidad está siendo otra y los ritmos son más pausados (aunque solo queden 15 meses). «Lo que pasa es que no queremos dar pasos en falso», señalan fuentes de Junts pel Sí. «Y cuesta -reconocen- visualizar que se avanza». El riesgo de ruptura de la coalición de CDC y ERC sobrevuela la escena política catalana desde el inicio de la legislatura.
«Puede parecer un paso atrás, pero el independentismo nunca se ha salido del objetivo del referéndum», afirma Vicenç Villatoro, escritor y director del Centro de Cultura Contemporanea de Barcelona. A su juicio, «aparentemente», sí hay una rectificación. Pero matiza que la «amenaza de avanzar por vías unilaterales es un sistema utilizado por el secesionismo para forzar el referéndum». Por tanto, a su entender no habrá marcha atrás, porque, «para llegar al referéndum, hay que insistir en la hoja de ruta» pactada.
Hibernación
Héctor López Bofill, profesor de Derecho Constitucional en la Pompeu Fabra, desde posiciones también independentistas, tiene una opinión distinta. Más que paso atrás, lo que se está produciendo a su juicio en esta fase del proceso es una especie de «hibernación». Una «ralentización táctica» a la espera de que el independentismo supere el 50% de los votos (el 27-S obtuvo el 47%), que, a su entender, «legitimaría una ruptura unilateral». «Aunque no estoy seguro de que el Gobierno catalán y la sociedad estén preparados para ello», admite. Según su relato, Puigdemont buscará «agudizar» el conflicto para buscar una reacción «desproporcionada del Estado» -como una eventual inhabilitación de Carme Forcadell por tramitar las leyes de ruptura- que sería para este profesor universitario un punto de no retorno que lo «precipitaría todo». «Cuanto más desproporcionada sea la reaccion del Estado, más se acelerará el proceso», advierte.
A las dificultades objetivas que tiene tirar adelante un proyecto de esta envergadura, el problema añadido que tiene el soberanismo es que no cuenta con las manos libres para actuar a su voluntad. Más allá de la guerra que se libra en el Constitucional, un ejemplo es la posición de Oriol Junqueras, que pasaba por ser el más firme defensor de la declaración unilateral y que esta semana ha sorprendido afirmando que en la vía autonómica aún hay margen de desarrollo competencial. Como responsable económico de la Generalitat, querría dedicarle más tiempo a la construcción de una Hacienda propia, pero se ha encontrado con unas finanzas al borde del impago y ha tenido que lanzar la llamada de socorro a la hasta hace poco denostada administración central.
El otro obstáculo que tiene que sortear el independentismo es la refundación de Convergència. CDC quiere soltar el lastre de la era Pujol y de momento no sabe cómo volver a ser un partido hegemónico (hoy tiene la mitad de diputados que hace cuatro años). Su giro ideológico está teniendo un fuerte impacto en el proceso. Y además, pasada la euforia post 27-S, en el independentismo se empieza a admitir que la victoria no fue tan definitiva. «El proceso será largo», vaticina el politólogoVicenç Navarro. «El soberanismo no perdió el plebiscito, pero no lo ganó de manera suficiente», reconoce.