El PP se plantea ya la negociación de los Presupuestos de 2018
Los populares dan casi por perdidas las cuentas para este año, aunque el Gobierno enviará el proyecto a las Cortes.
Los múltiples condicionantes políticos que afectan a la negociación presupuestaria han hecho que cunda el escepticismo en el PP. Los mismos cargos del partido que en enero celebraban con cierto alivio haber podido prorrogar las cuentas del año pasado, apuntan ahora a la alta probabilidad de no sacar adelante un nuevo proyecto de ley para 2017. La batalla interna en el PSOE dificulta que el plan del Gobierno llegue a buen puerto antes de verano. Y siendo así, los populares piensan ya en poder salvar los Presupuestos de 2018 y garantizar la continuidad de la legislatura.
Es cierto que el PP fue siempre menos propenso al optimismo que el Ejecutivo. Cuando el 19 de enero Cristóbal Montoro anticipó en el Senado que sin acuerdo con otras formaciones no habría proyecto, en el Gobierno aún pensaban en poder atraer a los socialistas. Los populares, sin embargo, entendieron que el ministro de Hacienda secundaba su tesis de que este año podría transcurrir sin actualizar las cuentas del Estado. «Bruselas no exige más», argumentaban en los pasillos del Congreso. De ahí que el cambio de criterio, anunciado por Mariano Rajoy, de seguir adelante con o sin pacto, sorprendiera al PP con el pie cambiado.
Aun con dudas, a día de hoy tanto en el partido como en el Gobierno se han alineado con el modo de pensar del presidente. Entienden asumible el precio político de que la Cámara baja tumbe las cuentas del Ejecutivo y creen que la sensación de inestabilidad que podría trasladarse no iría más allá de «dos meses». A cambio, los populares habrían comenzado a construir un relato sobre la responsabilidad institucional de un PP que peleó hasta el final.
La previsión que manejan en la Moncloa es la de aprobar el proyecto de ley en el Consejo de Ministros del 31 de marzo y enviarlo a las Cortes la primera semana de abril. De momento, las negociaciones, o al menos las conversaciones, han comenzado tanto con Ciudadanos como con el PNV, piezas clave, junto a Coalición Canaria, para sortear las enmiendas a la totalidad que presentarán el PSOE y otros partidos de la oposición. Pero ese será sólo el primer obstáculo, el de la admisión del texto para su tramitación en el Congreso. Lo complicado viene después.
No sin el PSOE
Fuentes negociadoras, tanto del Gobierno como de Ciudadanos, admiten que «sin la colaboración de los socialistas, no habrá nada que hacer». Su complicidad, en forma de apoyo o abstención, será fundamental para que el proyecto no quede totalmente desvirtuado en la fase de las enmiendas parciales y para salvar la desglosada votación final.
Pese a la teoría extendida que invita a esperar a que en junio el PSOE resuelva su crisis de liderazgo, nada garantiza que el próximo secretario general sea más proclive a participar en los planes del Gobierno. Por ahora, Hacienda trata de granjearse la cooperación de las comunidades autónomas, muchas de ellas administradas por los socialistas. Así, en el ministerio se negocia con los ejecutivos regionales y los sindicatos un plan para reducir la temporalidad en el sector público, especialmente en educación y sanidad. Pero el mensaje está claro: todo depende de si salen las cuentas.
En el PP no creen que, en todo caso, el esfuerzo vaya a ser inútil. Los populares apuestan por ahondar en los contactos con el PNV y e incluso el PDeCAT, un partido con el que ven posibilidades de entendimiento, especialmente si tras pasar por el Tribunal Supremo los postulados independentistas de Francesc Homs pierden fuelle. Todo lo que se logre, recuerdan, podría abonar el terreno para la aprobación en julio del próximo techo de gasto y, en otoño, de los Presupuestos de 2018. Y ese movimiento sí sería definitivo para asegurar la legislatura hasta 2019 o, por el contrario, precipitar la convocatoria de elecciones.