¿Cómo prepararse para los retos de inversión del futuro?
En 1921, el economista Frank Knight definió por primera vez el riesgo como una "medida de la incertidumbre" en su[…]
En 1921, el economista Frank Knight definió por primera vez el riesgo como una "medida de la incertidumbre" en su obra Riesgo, Incertidumbre y Beneficio de 1921. Sin embargo, en la última década, hemos constatado que el colapso de industrias y compañías no ha sido provocado por el riesgo, sino por incertidumbres tales como tendencias globales, catástrofes o crisis sistémicas.
La gestión de la incertidumbre en nuestra era demanda nuevos procesos y formas de pensar. En el futuro que visualizamos para nuestros inversores, el análisis a largo plazo requiere alejarse del planteamiento de escenarios para considerar en su lugar las tendencias globales a largo plazo y seguir su evolución en el tiempo, sirviendo de base para construir estrategias resilientes.
La primera tendencia a largo plazo a nivel global es el cambio demográfico. Un volumen inferior de población activa como consecuencia del envejecimiento conllevaría una caída del PIB per cápita, incluso si se mantiene el mismo PIB. Las investigaciones en Estados Unidos estiman que un incremento del 10% de la proporción de la población con más de 60 años está asociado a un descenso del crecimiento económico per cápita del 5,5%. Asimismo, el envejecimiento de la población puede dar paso progresivamente a necesidades de inversión tangibles en sectores como las infraestructuras, el inmobiliario, la salud y el bienestar, por mencionar solo algunos.
Otra megatendencia es la transformación tecnológica.En este ámbito, la agilidad de las corporaciones tiene especial importancia a la hora de hacer frente a los cambios de la economía; sirve para evaluar su capacidad de reacción y como unidad de medida de su flexibilidad frente a modelos de negocio que puedan adaptarse a este nuevo escenario. La agilidad también es un concepto importante desde la perspectiva de la inversión; la habilidad para identificar a los disruptores puede ofrecer oportunidades para generar beneficios extra o evitar pérdidas permanentes.
En tercer lugar, la lucha contra el cambio climático y en pos de la sostenibilidad determinará el futuro con potenciales y diversos efectos en un amplio rango de sectores y economías, así como en los retornos de los activos. Con el avance de la electrificación y la decarbonización, la demanda de hidrocarburos debería reducirse y tanto países como industrias pasarán por procesos disruptivos acompañados de caídas del crecimiento y de la rentabilidad. Si bien el momento sigue siendo una incógnita, la superación de la dependencia de los hidrocarburos parece ser cada vez más real. Los países cuya riqueza depende en un alto porcentaje del petróleo pueden enfrentarse a una posible ralentización de su crecimiento, así como a un aumento de las tensiones políticas y sociales.
La evolución hacia un marco de inversión a largo plazo basado en temas globales requiere una nueva mentalidad. Los cambios necesarios son amplios y afectan a varios aspectos del proceso de asignación de activos, así como a la gobernabilidad, a las capacidades y a las percepciones necesarias.
1. Enfoque de asignación de activos bottom-up vs. top-down
A través del enfoque top-down se pueden identificar los temas y se debe dar prioridad a los que tengan el mayor potencial de disrupción. Estos temas se utilizan en las estrategias bottom-up para invertir en acciones que se benefician de ellos y para evitar invertir en las acciones más expuestas a los aspectos negativos de las tendencias.
2. Inversión pasiva vs inversión activa
La inclusión de superposiciones de sostenibilidad en el proceso de selección de valores de muchos fondos ya es un paso importante en esta dirección. Esperamos que tendencias clave como la demografía (es decir, la clasificación de los países de acuerdo con perfiles demográficos) se incluyan de manera aún más agresiva en las carteras de los principales inversores mundiales, cambiando aún más las características de la cartera pasiva y difuminando aún más las fronteras entre las estrategias activas y pasivas.
3. Un nuevo concepto de diversificación
El concepto de diversificación debería ampliarse para incorporar temas clave que, a largo plazo, podrían ayudar a reducir los riesgos y aprovechar las oportunidades. Un ejemplo es la exposición "real" que una cartera genérica podría tener ante la expansión de los coches eléctricos. Es probable que esta exposición se extienda a través de múltiples clases de activos, diferentes sectores, compañías y países, y el impacto podría no ser inmediatamente intuitivo o predecible.
4. Core vs Satélite
El enfoque de inversión core - satélite es muy común entre los fondos soberanos. En él, la mayor parte de los activos se invierten de forma pasiva según los métodos tradicionales de asignación de activos y proporcionan exposición a la beta del mercado. Los satélites se asocian a menudo con instrumentos más activos e ilíquidos y tienen por objeto proporcionar alfa a toda la cartera. Las estrategias satelitales a menudo incluyen inversiones en capital riesgo o capital privado, o la búsqueda de unicornios en los sectores más innovadores y disruptivos.
Las inversiones satélites generalmente representan una parte relativamente pequeña de la cartera total, en particular entre los fondos soberanos más grandes. Tan pronto como una institución gestiona cientos de miles de millones, la inversión pasiva del core es casi inevitable. Esto deja la mayor parte de la cartera expuesta al impacto a largo plazo de las megatendencias. Pasar a la inversión a largo plazo implica echar un vistazo al núcleo de la cartera con una lente de megatendencia para al menos intentar reducir el riesgo a largo plazo.
5. Mercados desarrollados vs. emergentes
Cuando se incluyen otras megatendencias, la competencia entre mercados emergentes y mercados desarrollados se difumina. Por ejemplo, Estados Unidos y otras economías avanzadas todavía tienen una ventaja en tecnología e innovación, y sus sectores y empresas podrían beneficiarse más de estas tendencias en relación con su participación en el PIB mundial.
Estos factores clave pueden ser enormemente beneficiosos, pero en algunos casos también pueden tener efectos perturbadores o directamente destructivos en sectores, naciones o regiones enteras. Reconocer estos efectos será de suma importancia para los grandes inversores institucionales, pero en particular para los fondos soberanos. Cuanto más concentrada esté la fuente de la riqueza de una nación, más importante es no sólo diversificarla hoy en día, sino también estructurar la cartera de manera que sea resiliente y adaptable al cambio. Esto requerirá una inversión ágil y resistente, además de estilos de construcción de carteras que pueden diferir profundamente de lo que los inversores han experimentado durante el periodo expansivo inmediatamente anterior.
Massimiliano Castelli, Managing Director, Head Global Strategy, Global Sovereign Markets, UBS Asset Management