¿Es posible invertir en emergentes de manera sostenible?

¿Tiene sentido hablar de ASG (factores Ambientales, Sociales y de buen Gobierno) cuando invertimos en los emergentes?

2018 no fue un buen año para los mercados emergentes pero esperamos que en 2019 las perspectivas cambien para esta clase de activo que, a menudo, sigue infraponderada en las carteras de los inversores. Además, nos gustaría aclarar que es posible (y recomendable) aprovechar las oportunidades que ofrecen desde el enfoque de la sostenibilidad.

Pese a que la inversión sostenible aumenta con los años, todavía sigue siendo menos frecuente en los mercados emergentes. En este punto nos preguntamos: ¿tiene sentido hablar de ASG (factores Ambientales, Sociales y de buen Gobierno) cuando invertimos en los emergentes?

En Schroders creemos que sí.

Varios estudios han demostrado cómo las inversiones en activos sostenibles tienen un impacto positivo en las rentabilidades de los mercados emergentes. De hecho, en muchas ocasiones, las rentabilidades observadas han sido mayores en los mercados emergentes que en los desarrollados. Este tipo de mercados presentan ineficiencias y no han sido analizados adecuadamente. Poder identificar las cuestiones ASG puede generar una gran diferencia en términos de rentabilidad cuando hablamos de invertir en emergentes.

Es verdad que históricamente el acceso a los datos ha sido más irregular en los mercados emergentes, pero esto está cambiando. En los últimos años, las reformas están avanzando en muchos países y factores como la urbanización, la contaminación o el cambio climático están adquiriendo más importancia. Es, por ejemplo, el caso de China, que lleva desde 2017 impulsando medidas centradas en la reducción del consumo energético, el desarrollo de energías alternativas y el fortalecimiento de leyes ambientales. Otros países como India han destacado por aprobar una ley que exige a las empresas que publiquen información financiera clave de todas sus filiales. Pero no son los únicos: estados como Brasil, Egipto, Polonia y Filipinas también han empezado a introducir códigos de gobierno corporativo a partir de 2016 y se espera que pronto se materialicen sus efectos. Por otro lado, tampoco hay que olvidar que hay muchas empresas en estas regiones que buscan globalizar sus negocios y los reguladores locales dan cada vez más prioridad a estas cuestiones. Todo ello ha contribuido a mejorar la transparencia de los emergentes.

Sin embargo, la realidad es que todavía queda mucho camino por recorrer: falta mejorar la divulgación de datos, todavía existen prácticas poco convencionales en el ámbito del gobierno corporativo y la cobertura por parte de las agencias de calificación de criterios ASG es todavía limitada. Según el informe de Transparency International publicado en 2016 sobre las prácticas de transparencia de 100 grandes multinacionales en mercados emergentes, la calificación promedia obtenida por estos países fue de 3,4 sobre 10, lo que refleja las dificultades con las que se encuentran los inversores en algunos mercados emergentes (que no todos) a la hora de apostar por la sostenibilidad. 

Navegar estos desafíos no es fácil y, para hacerlo es recomendable contar con un equipo en el terreno con profundos conocimientos a escala local, que sea capaz de analizar grandes cantidades información cualitativa, y que tenga una relación estrecha con las compañías participadas, ejerciendo un rol activo y promoviendo la adopción de prácticas sostenibles. 

El interés de los inversores en las cuestiones ASG no deja de crecer. Y los inversores que quieran contribuir al cambio invirtiendo en empresas sostenibles no deberían dejar a un lado el universo emergente: hay una oportunidad en los mercados emergentes y mejor aprovecharla de manera sostenible.

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Carla Bergareche es directora general de Schroders para España y Portugal

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