El mito roto de Wall Street: las Big 7 distorsionan al S&P500 

Comprar Wall Street ha dejado de equivaler a invertir en la economía americana ante el elevado peso alcanzado por las grandes tecnológicas. Esto supone un cambio de paradigma al que los inversores deben adaptarse

Uno de los grandes dogmas del mundo de la inversión en renta variable es que Wall Street es el mercado más eficiente del mundo, gracias a su elevada liquidez, transparencia, potencia regulatoria e innovación tecnológica.  

Por eso, comprar el S&P 500 equivalía hasta hace poco a invertir en el potencial de la economía más poderosa del planeta, la de Estados Unidos. Una apuesta fácil y ganadora a largo plazo. 

Si bien, ese mito se está resquebrajando. La elevada concentración en un puñado de compañías tecnológicas ha provocado que comprar el mercado americano haya dejado de equivaler a diversificación para convertirse en una inversión temática.  

Este es uno de los grandes paradigmas de la inversión que ha cambiado recientemente y con el que los inversores deben aprender a convivir.  

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Wall Street se convierte en una inversión temática 

“Ahora, cuando compras Estados Unidos, estás incorporando una temática y no la economía estadounidense. Porque hay mucha más concentración. Por eso, invertir requiere más que nunca mirar los fundamentales y pensar a largo plazo, en lugar de comprar el mercado americano y ya está”, apuntó Edoardo Cilla, experto de Fidelity International, en una reciente comida con inversores. 

Algunos datos dan muestra del nivel de concentración que está alcanzando Wall Street alrededor de las grandes compañías tecnológicas, un fenómeno que se está exacerbando aún más en 2025. 

Así, por ejemplo, el peso de las diez mayores empresas estadounidenses en el S&P 500 ha aumentado desde el 24,6 % del año 2000 hasta el 38,5% actual, según datos de Bloomberg proporcionados por Fidelity. 

Del mismo modo, los ingresos netos de esa decena de compañías han pasado de representar el 16,2 % del total de las compañías del índice, en 2020; al 34,8 %, este año. 

Por su parte, la contribución de las diez compañías más grandes a la volatilidad total del índice se ha disparado del 28,3 % de 2020 al 50,4 %, en 2025. 

Por contextualizar la concentración que esto supone, la contribución de las diez cotizadas con mayor capitalización de Europa a la volatilidad total del índice es del 16,3 %, actualmente. 

El caso de Nvidia 

Pero, además, se da la circunstancia de que muchas de estas compañías tienen el negocio muy concentrado en un puñado de clientes, acentuando el riesgo aún más. 

Es el caso de Nvidia, la mayor compañía del mundo por capitalización, tiene al grupo de las Big 7 entre sus mayores clientes.  

Así, el 42% de los ingresos de Nvidia provienen de Microsoft, Meta, Amazon y Alphabet (Google), según destacó Cilla. 

“Es un riesgo idiosincrásico politizado y concentrado, exacerbado por la fragmentación geopolítica y el creciente proteccionismo”, apuntó en su presentación. 

Las dudas sobre la IA abonan la corrección en la renta variable 

Estos días estamos viendo el peligro que acarrea esta situación, con las caídas bursátiles provocadas ante las dudas que generan los cientos de miles de millones invertidos en el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA). 

“La volatilidad de las acciones estadounidenses aumentó en 2025 con respecto a 2024, pero la probabilidad de una burbuja de IA en el futuro sugiere que aún hay margen para que la volatidad siga subiendo”, ha advertido un informe de Bank of America a ese respecto. 

Para Fidelity International, esta situación exige más que nunca gestionar activamente los riesgos pues, a su juicio, muchos de los paradigmas que gobernaron los mercados en los últimos diez o quince años han dejado de ser válidos, incluyendo este dogma sobre Wall Street. 

En su caso, cuentan con una oferta que incluye los fondos de inversión (como el Fidelity Technology, con una apuesta diversificada en tecnología que huye de la concentración en las Big 7) y los ETF de gestión activa (un instrumento a medio cambio entre los fondos y los ETF pasivos, que pretende ofrecer algo del alpha de los primeros, pero con algunas de las ventajas de los segundos, como la mayor liquidez y los menores costes). 

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