Las agencias de rating repiten los errores de Lehman Brothers con Credit Suisse y SVB

Las tres principales agencias de rating, S&P, Fitch y Moody's, hicieron poco para prever los problemas acaecidos en Silicon Valley Bank y Credit Suisse, que contaban con calificaciones de grado de inversión antes de que se destaparan sus dificultades

Discernir si el colapso de Silicon Valley Bank (SVB) y de Signature Bank y la posterior incertidumbre en torno a Credit Suisse son casos aislados o las muestras evidentes del inicio de una crisis financiera global es una tarea compleja en la que se está estableciendo una división clara.

Por un lado, están quienes prefieren llamar a la calma, y por otro, aquellos que optan por sembrar el pánico. Pero quienes sin duda no están contribuyendo a que la narrativa de tranquilidad se imponga en medio de esta división de opiniones son unas agencias ratings que, hasta el momento, hacen como si nada ocurriera.

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Y es que, después de que la gran crisis financiera de 2008 pusiera en duda el juicio de agencias de ratings como S&P, Fitch y Moody's —que otorgaron y mantuvieron calificaciones favorables a las famosas hipotecas subprime que provocaron el estallido de la burbuja inmobiliaria—, podría esperarse que estas instituciones hubieran aprendido y actuaran no solo con más cautela, sino también con más celeridad.

Las tres agencias, sin embargo, mantenían ratings que hacían invitar a la confianza tanto en Silicon Valley Bank como en Credit Suisse, antes de que los problemas de cada una de estas entidades hiciera saltar la bolsa por los aires. Y lo más preocupante es que, en el caso de Credit Suisse, todas ellas consideran que todavía no es necesario actualizar sus calificaciones, a pesar de que los bonos de la entidad coticen a niveles de empresa cercana a la quiebra.

Credit Suisse mantiene sus ratings a pesar de la incertidumbre

"Estamos revisando la situación, así que no podemos hacer comentarios por el momento", apuntaron desde Standard & Poor's a finanzas.com, al ser preguntados por los ratings de Credit Suisse.

"El riesgo crediticio se refleja en la calificación (otorgada en noviembre)", aseguraron desde Moody's, haciendo referencia a la nota Baa2 reiterada en ese momento y que, de acuerdo a sus propios estándares, implica que los bonos del banco suizo son de grado de inversión y, por tanto, expuestos tan solo "a un riesgo crediticio moderado".

Desde Fitch, mientras tanto, la respuesta se limitó a señalar el informe emitido el 31 de enero de 2023, que sirvió para reafirmar el rating BBB de Credit Suisse, pese a indicar que la empresa afrontaría "desafíos en su proceso de reestructuración".

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Es decir, que si un inversor se hubiera ceñido exclusivamente a los ratings otorgados a Credit Suisse para diagnosticar su fiabilidad antes de que su caso explotara, difícilmente habría previsto el estallido vivido en su seno. Y si quisiera acudir a estas mismas calificaciones para dilucidar si lo peor ya ha pasado gracias al rescate del banco nacional suizo, no obtendría respuestas.

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Una inacción que, como se explicaba anteriormente, contrasta con el fuerte desplome de los bonos del banco helvético.

Su bono USH3698DDR29 denominado en dólares, con vencimiento en 2026 y cuyo cupón original es del 6,373 por ciento, por ejemplo, cayó hasta los 68 céntimos sobre cada dólar a fecha del 15 de marzo, y tan solo se recuperó hasta los 71 céntimos a fecha del 16 de marzo, llevando así su rentabilidad hasta un 9 por ciento más propio de los bonos basura.

El bono CH1214797172 con un cupón del 7,75 por ciento y vencimiento en 2029, mientras tanto, siguió cayendo el 16 de marzo, llevando su precio hasta unos 67 céntimos por cada euro, y su rendimiento hasta los 11,5 euros.

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Credit Suisse, en definitiva, sufrió el severo castigo de unos bonistas que desconfiaban sobremanera sobre su capacidad para afrontar el pago de sus deudas, pero no recibió penalización alguna de parte de las agencias de ratings.

Silicon Valley Bank pasa de la estabilidad a la desaparición

En el caso de Silicon Valley Bank, la falta de visión de parte de las agencias de ratings fue igual de sangrante.

Tal y como puede apreciarse en la imagen inferior, extraída de los archivos web a fecha del 10 de marzo en que la entidad se abocó a la quiebra, las notas concedidas al banco esa misma mañana ponían a Silicon Valley Bank en unos niveles similares, por ejemplo, a los de BBVA, que cuenta con una nota A3 de parte de Moody's, y A de parte de S&P, de acuerdo a su propia web.

Imagen de la web de Silicon Valley Bank a fecha del 10 de marzo a las 23:02, obtenida a través de archivo web.

Al cierre de la edición de este artículo, finanzas.com no había logrado acceder a los anteriores informes de Moody's, pero sí a los de S&P, y estos dejaban un escenario alarmante.

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En noviembre, S&P decidió revisar las perspectivas de Silicon Valley Bank desde un punto de vista positivo, a uno estable, y reiteró un rating BBB que no rebajó a BBB- hasta el 9 de marzo, un día antes de que la entidad se derrumbara.

En ambos casos, la agencia de calificación afirmó que la compañía estadounidense se enfrentaba a problemas con sus depósitos, pero optó por mantener sus ratings dentro del grado de inversión, un espacio teóricamente asignado a las empresas más estables.

Más tarde, ya bien entrada la tarde del 10 de marzo que hizo temblar a Wal Street, S&P y Moody's sí rebajaron los ratings de Silicon Valley Bank a una calificación más propia de los bonos basura, para posteriormente retirar todas sus evaluaciones sobre el banco.

El apartado de la web de la entidad financiera californiana que mostraba las notas asignadas por las dos agencias, en consecuencia, pasó a mostrar un contenido vacío, como puede apreciarse en la imagen de abajo.

Imagen de la web de Silicon Valley Bank tomada a fecha del 16 de marzo.

Así pues, S&P y Moody's decidieron enmendar su error cuando ya era demasiado tarde para Silicon Valley Bank, mientras que, de momento, siguen al margen de lo ocurrido en Credit Suisse, junto a Fitch.

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Porque la vida en 2023, en algunos casos, sigue igual que en 2008, y las crisis cambian de sujeto, pero no necesariamente de observadores.

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