Revuelta en el PP ante la posibilidad de que Santamaría aspire a la sucesión

En el partido intuyen que Aznar «se moverá» para evitar que la vicepresidenta se haga con el liderazgo. La desconfianza se extiende entre los populares y todo se interpreta ya en clave sucesoria.

La paranoia se extiende por el PP. Hace semanas que los clanes, las familias o, como dicen en el Gobierno, los grupos de «afinidades» comienzan a mirarse con desconfianza. Si la mayoría absoluta fue la mejor medicina para mantener en orden las filas, la caída en las urnas ha hecho que la unión flaquee y cada movimiento se interprete ya en clave sucesoria. En este escenario, sin premeditación ni simbiosis alguna, el sector más próximo a José María Aznar y facciones contrarias a la gestión de la vicepresidenta han coincidido en una voluntad común, que Soraya Sáenz de Santamaría no se convierta en el relevo de Mariano Rajoy.

No hay quien ponga en duda en el PP que el presidente será el candidato para la nueva convocatoria electoral. Les guste o no, esa es una realidad que a tan sólo dos meses de las elecciones, los populares asumen. ¿Pero qué ocurrirá el día después de los comicios? Si el partido no logra mantenerse en el poder, la percepción mayoritaria apunta que se abrirá un proceso de renovación interna y que el próximo líder será elegido en un congreso abierto de resultado «impredecible». «Entonces será: o estás comigo o contra mí», pronostica un cargo del PP. En este marco, Pablo Casado parece ganar enteros entre los afiliados.

Sin embargo, de conseguir los populares mantenerse en la Moncloa, se abre un abanico de posibilidades que preocupa en el partido. Fuentes de distinta procedencia en la formación sostienen que, pese a la postura oficial de la cúpula, es probable que Ciudadanos quiera cobrarse la presa de Rajoy a cambio de su apoyo en la investidura. «Habrá veto», pronostican. Y entonces, un ala del PP está dispuesta a movilizarse para que el presidente no caiga en la tentación de tutelar su sucesión y designar a Sáenz de Santamaría.

La confianza que el jefe del Ejecutivo ha depositado siempre en su vicepresidenta no parece corresponderse con el sentir mayoritario en la formación. Pesos pesados del partido recuerdan que la número dos de Rajoy no ha pisado la sede central de la calle Génova en la última legislatura y algunas fuentes ven en ella a la responsable de haber sacrificado la política y «matado» la ideología del PP en aras de la tecnocracia.

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Fuentes populares intuyen que «Aznar se moverá», aunque sea de manera discreta, para evitar que la vicepresidenta se haga con el poder. Pero desde los territorios recuerdan que «no hará falta» y reiteran que el futuro del PP ya no se podrá «resolver con un dedazo». «Habrá congreso o las bases se pronunciarán de alguna manera y Soraya (Sáenz de Santamaría) no cuenta con apoyos suficientes», asegura un representante parlamentario que aconseja dejar las «conspiraciones».

La vicepresidenta tiene su pequeño círculo en el PP y podría contar con el respaldo de los líderes de Andalucía, Juan Manuel Moreno, y País Vasco, Alfonso Alonso. Pero fuentes del partido perciben que la opinión de la secretaria general pesará y que María Dolores de Cospedal, con nula sintonía con Sáenz de Santamaría, ha recuperado control sobre las estructuras territoriales.

Clima enrarecido

En este contexto, fuentes populares advierten de que si la vicepresidenta pretende emprender su propia campaña en un momento en el que «toca» cerrar filas con Rajoy, se equivoca, y se muestran escépticas sobre sus intenciones reales. Pero el clima se ha enrarecido desde la semana pasada. La filtración de la multa que la Agencia Tributaria impuso al expresidente Aznar y la dimisión del ministro de Industria, José Manuel Soria, despertó en los sectores más críticos con Sáenz de Santamaría la sospecha de que ella y su entorno, entre otros el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, podrían estar detrás de estos movimientos. Soria pertenecía, recuerdan, al llamado G-8, el grupo de ministros críticos con la gestión de la número dos de Rajoy.

En el entorno de la vicepresidenta no dan crédito a las especulaciones y niegan cualquier vínculo con la publicación de datos tributarios ajenos o la renuncia de quien no supo aclarar su vínculo con sociedades en paraísos fiscales. Creen, además, que la lealtad de Sáenz de Santamaría con Rajoy ha quedado patente en los últimos años. Pero a estas alturas, lo realmente significativo, por sintomático, es que las «suspicacias», con base o sin ella, circulen en una formación en crisis mientras el presidente observa.

El líder de los populares tiene, según admiten todos en el PP, el control orgánico y se ha visto reforzado por los resultados de las encuestas electorales que sitúan a su partido en primer lugar y sin registrar desgaste. La batalla inmediata se librará en varias fases. La primera, la de las listas. La segunda, la de las urnas. Y por último, la del liderazgo. Todo está por ver, pero un veterano del PP anticipa que «el problema no será tanto el nombre del sucesor, como la manera de gestionar la salida de Rajoy».

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