¿Quién reconocerá a la España vaciada en unos años?

La España vaciada pone en evidencia que el país necesita una estructura sociodemográfica equilibrada, que permita un crecimiento sostenible de la economía de todos los territorios

Un artículo de Luis María Sáez de Jáuregui, vicepresidente de la Fundación AXA ● Sobre la España vaciada. En 1982, un joven político español, cuyo partido obtuvo el 58 por ciento de los escaños del Congreso de los Diputados, anunció tras ganar las elecciones que los cambios que se producirían en los años venideros iban a generar un país irreconocible usando una frase muy castiza. Era Alfonso Guerra.

En la actualidad, si no se impulsa un cambio socioeconómico, nos enfrentamos de nuevo a no reconocer a una parte de España. En mi opinión, en caso de no hacer nada, la orografía de nuestro país va a cambiar hasta hacerlo irreconocible.

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El desarrollo económico de aquellos años tuvo como consecuencia, entre otras cosas, un desplazamiento migratorio masivo del campo a las ciudades, que extendieron sus brazos en lo que después se llamarían ciudades dormitorio. Nos enfrentamos ahora a un reto similar, pero a la inversa.

El reto de los fondos europeos

Y para ello se debe pensar, de los 140.000 millones del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia que van a venir desde Europa, cuál es la cantidad necesaria para invertir e incentivar que la población vuelva a repoblar los pueblos de la España abandonada.

En la actualidad, según la Federación Española de Municipios y Provincias, el 48 por ciento de los municipios rurales de España tienen una densidad inferior a 12 habitantes por kilómetro cuadrado. Pero es que el 38 por ciento del total no llega a 8 habitantes por kilómetro cuadrado.

En Europa las zonas rurales albergan 137 millones de habitantes, lo que supone que el 30 por ciento de la población total ocupa más de 80 por ciento del territorio total.

En 2050 el 70% de la población mundial vivirá en ciudades

Y se estima que, de no hacer nada para evitarlo, en 2050 casi el 70 por ciento de la población mundial vivirá en ciudades, frente al 55 por ciento actual. Las megalópolis concentrarán unos riesgos socioeconómicos difíciles de proteger.

¿Y hay motivo para la esperanza? Sí. De momento en España se va a destinar 10.000 millones de los fondos europeos a frenar la despoblación y revertir el movimiento migratorio. Confío en que las plataformas que hace años se manifestaron en la Revuelta de la España Vaciada sigan de cerca el cumplimiento de estas promesas.

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Por su parte, la comisaria de Cohesión y Reformas de la Unión Europea, Elisa Ferreira, en una visita reciente a Madrid afirmaba que el modelo de desarrollo tradicional en Europa estaba cambiando.

Hasta hace unos años, dos tercios del fondo europeo de Desarrollo Regional se destinaba a infraestructura dura (físicas), y el otro tercio restante, a blanda (inversión, innovación, digitalización de las pymes y economía verde). Bien, pues estas proporciones se han invertido y, según ella, seguirá haciéndolo en los próximos años.

Las posibilidades que ha abierto el trabajo en remoto

Por otro lado, la pandemia ha abierto un escenario de posibilidades gracias al trabajo en remoto. El empleo era la piedra angular de la despoblación. Las personas se iban a las ciudades a «buscarse un futuro», es decir, trabajo.

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El reto que tenemos por delante es ser capaces de ofrecer un trabajo deslocalizado y un proyecto de futuro sin necesidad de abandonar el entorno rural. Y para esto último también se va a necesitar la complicidad y el apoyo de la población de la España despoblada.

El actual Plan Nacional para la Energía y Clima estima que para 2030 el 74 por ciento de la energía eléctrica tiene que ser renovable, lo que supone multiplicar por 2,5 veces la capacidad de energía eólica y solar que tiene el país. Un desarrollo de actividad económica que se tiene que dar, por fuerza, en el seno de esa misma España vaciada.

Y no hay que perder de vista que el otro gran caballo de batalla es el propio envejecimiento de la población española. Mientras España siga siendo uno de los países del mundo con menores tasas de natalidad -apenas llegamos al 1,2 de tasas de reposición- hay poco que hacer. Porque si la población envejece y cada vez hay menos jóvenes, ¿quién va a poblar esos territorios despoblados?

España necesita una estructura sociodemográfica equilibrada, que permita un crecimiento sostenible de la economía de todos los territorios. Es fundamental para el progreso que ese equilibrio demográfico y territorial ocurra.

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