Emergentes: No es culpa de la FED

La tendencia es culpar a la Reserva Federal. Pero la realidad no es tan clara

Nos enfrentamos con una nueva reposición de la recurrente serie de las crisis de los mercados emergentes. Ya en los 80, la crisis de los países latinoamericanos tuvo tal impacto a nivel mundial que provocó toda una reestructuración bancaria en España y obligó a Estados Unidos a crear un plan de rescate que, entre otras cosas, le llevó a crear un nuevo tipo de bono emitidos en dólares que se han negociado hasta principios de la década pasada en los mercados secundarios. Los llamados bonos Bradys.

Pero, como es lógico, cada vez que se vuelve a producir tiene sus variantes y sus peculiaridades. Algunas de ellas benignas y otras, sin embargo, más amenazadoras por su novedad.

Esta vez no, la serie no trata del culebrón del exceso de deuda externa. Se sufrió muy recientemente en alguno de estos países, caso de Argentina y, por tanto, ya vienen claramente inmunizados. Curiosamente, hemos sufrido una peligrosa y extraña réplica dentro de la Unión Europa, con los países periféricos a los que, como ocurrió con Argentina y otros, el exceso de deuda sobre PIB emitido en una divisa sobre la que no tenían posibilidad de acción directa y ante una caída del crecimiento brutal por la explosión de la burbuja inmobiliaria, se han visto en algunos casos como el de Grecia ante la imposibilidad de hacer frente a su pago.Pero, como digo, esta vez no va de deuda la cosa

El culebrón trata de un empacho provocado por un alto nivel de crecimiento durante un tiempo prologando en el que, evidentemente, estos países no han tomado las medidas necesarias para fortalecer sus estructuras económicas y establecer las medidas de ajuste necesarias para estar preparados ante el parón lógico y normal que indefectiblemente se produce después de estos procesos.

A pesar de que la tendencia es culpar a Estados Unidos y más concretamente a la Reserva Federal que, con su política de estímulos monetarios ha inundado de liquidez no sólo sus propios mercados sino los de todo el mundo, la realidad no es tan clara ni definida. 

De hecho, en mi opinión, la Reserva Federal durante el periodo del ya ex -presidente Ben Bernanke logró actuar de manera eficaz y atajar la peor crisis económica que se ha conocido en la historia mediante una política atrevida que se ha denominado Quantitative Easing y que solamente se había probado con anterioridad en las aulas y en las teorías económicas publicadas en papel por prestigiosos economistas, entre ellos el propio Ben Bernanke.

El principal actor de esta nueva versión de la serie es un nuevo protagonista que ha ido haciendo su aparición de manera paulatina pero con una fuerza arrolladora. Hablamos de China. El inmenso país asiático ha estado durante más de una década comprando masivamente todas las materias primas que estos países emergentes producían, sobre todo al principio y, después, invirtiendo directamente en ellos.

Por tanto, la historia viene de antes. Es cierto que la política de estímulos de la Reserva Federal ha ayudado y, en algún caso, incrementado el efecto, pero no podemos culpar a nadie de hacer todo lo posible para apagar un fuego en su casa que ,de no haberse efectuado de la manera descrita, hubiese sido arrasador y se hubiese extendido por todo el vecindario.

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Los desequilibrios de países como Turquía o Argentina tienen que ver ahora con monedas sobrevaloradas que no van a poder defender porque no han sido capaces estos países de mantener el nivel necesario de reservas de divisas y porque sus balanzas de pagos se encuentra muy desequilibradas en su contra.

Las políticas que tendrán que llevar a cabo de subidas de tipos de interés, devaluaciones masivas y, en algunos casos, de ajustes fiscales tendrán un efecto restrictivo en sus economías que en gran parte de los casos les llevará a recesiones y crisis 

Esta vez parece que el mundo está más preparado para la situación, pero no hay que descartar en absoluto periodos de tensión en los mercados que, en el peor de los casos, se podría convertir en un incremento de la aversión al riesgo a nivel mundial que, a su vez, ralentizaría el proceso de mejora que en la actualidad estamos disfrutando en Europa.

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Es quizás por esta razón por la que Draghi en Davos se atrevió a hablar del Quantitative Easing europeo, aunque solo fuera para decir que no sabe si se llevará a cabo o no. 

Creo que ya es hora que el Banco Central de Europa asuma su responsabilidad y recoja el testigo que durante tanto tiempo ha llevado la Fed. Todo ello a pesar de las críticas de los autodenominados liberales en la economía que siguen sin aceptar la enorme aportación que estas políticas han supuesto para la economía y en definitiva para el bienestar de este nuevo mundo globalizado.

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