ISR: hay que ir más allá de la exclusión

La eliminación de actividades de la cartera es una herramienta. Pero retira la posibilidad de influir en una compañía o sector.

En los últimos años, debido al impulso de una mayor concienciación sobre la sostenibilidad, han nacido iniciativas y nuevos avances regulatorios y políticos que han impulsado la Inversión Socialmente Responsable (ISR). Algunos de ellos son el Plan de Acción de la Comisión Europea, la COP 21 (la conferencia sobre cambio climático celebrada en París en 2015) o los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU. Además, la demanda ha aumentado tanto que ha hecho que este asunto se convierta en una prioridad para muchos inversores que no solo buscan la rentabilidad financiera, sino también una gestión de los riesgos adecuada y un impacto positivo en la sociedad. 

Pero, ¿qué se conoce por inversión socialmente responsable? Ésta abarca varios conceptos y siglas. Por ejemplo, las citadas ISR o ASG (unas letras que hacen referencia a los factores ambientales, sociales y de gobernanza de las empresas); pero también se pueden enmarcar aquí los fondos temáticos, verdes y de impacto social. 

Por otro lado, la inversión responsable puede abordarse desde diferentes perspectivas. Puede hacerse con un enfoque de «valor», motivado por consideraciones éticas o morales; de «riesgo», con el fin de lograr una mejor gestión del riesgo reputacional, operativo, financiero o regulatorio; de «retorno», para aprovechar oportunidades como la transición energética; o incluso de «deber», en línea con la obligación fiduciaria del inversor. 

En relación con esto, una de las maneras de abordar la construcción de una cartera socialmente responsable es a través de la estrategia de exclusión. Se trata de un enfoque basado en normas que excluye emisores (aquellos que no respeten ciertas reglas o convenios internacionales); o sectores (como puede ser el de combustibles fósiles, armas o tabaco). Es una herramienta eficiente para reflejar una convicción pero que excluye la posibilidad de influir en una compañía o sector. 

Por ello, existe un enfoque más enriquecedor llamado 'best in class'. Se basa en seleccionar aquellas compañías de cada sector que mejor gestionan sus riesgos y oportunidades ASG. Conocido como 'screening positivo', en Amundi lo hemos implementado a través de un rating ASG sobre más de 6.000 emisores, analizando 36 criterios (15 genéricos y 21 específicos del sector en cuestión). Este rating o calificación ASG se utiliza para sobreponderar o infraponderar las compañías, eligiendo a aquellas mejor calificadas y pudiendo influir en las mismas. 

Capacidad de influencia

El objetivo de esta estrategia es potenciar la capacidad de influencia de los inversores sobre comportamientos empresariales de cara al futuro, a través de un diálogo accionarial constructivo. Y es que el 'engagement' o compromiso como accionista es una palanca fundamental como inversor responsable y, por esa razón, en Amundi asistimos a 2.900 juntas generales y tramitamos más de 32.000 resoluciones al año. Esto beneficia a los inversores, al permitirles gestionar mejor los riesgos y oportunidades de inversión; y a las empresas, al darles la posibilidad de mejorar sus prácticas. 

La inversión responsable ha sido uno de los pilares fundamentales de Amundi desde sus inicios. Firmante de los principios de la ONU desde 2006, tiene los criterios ASG integrados de manera transversal y cuenta con un proceso ISR certificado por AFNOR, desde 2013. Asimismo Amundi ha implementado una política de voto orientada a incentivar prácticas sostenibles y la alineación de intereses de emisores y sociedad, entre otras iniciativas. 

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A día de hoy, Amundi gestiona cerca de 280.000 millones de euros en inversiones socialmente responsables, casi el 20 por ciento de los 1,4 billones de euros que se gestionan bajo este concepto a nivel global. Pero Amundi quiere ir más allá. Por ello, a finales de 2018 lanzó el llamado Plan de Acción 2021. En virtud del mismo, la política ASG de Amundi y sus prácticas de voto se aplicarán al 100 por cien de la gestión de sus fondos a finales de 2021.

Thierry Bogaty es director de Inversión Responsable de Amundi 

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