Si no me tocáis los bonus, doy créditos a las empresas

Hace bien el Santander en no querer someterse al compromiso de dar más créditos a las empresas a cambio de[…]

Hace bien el Santander en no querer someterse al compromiso de dar más créditos a las empresas a cambio de que no se reduzca el bonus a los empleados bancarios. Hacen bien en no entrar en ese juego de los bancos británicos las entidades financieras que más ayudas oficiales han necesitado de Europa, y del propio Gobierno liberal-conservador.

El llamado "Proyecto Merlin" está siendo vendido por el Gobierno británico como un acuerdo en el que los bancos pagarán menos bonus y serán más transparentes en las remuneraciones y, al tiempo, prestarán más de lo que pensaban a las empresas. Pero, lo cierto, es que el compromiso de dar más crédito se hará con la contrapartida de no renovar el impuesto extraordinario a los salarios variables de la banca fijado el año pasado y con el que el gobierno recaudó 4.200 millones de euros. Ese y no otro es el secreto de este proyecto al que, probablemente, no por casualidad le han puesto el nombre de un mago. La magia en el mundo financiero no existe.

El acuerdo que se negocia, y que se entiende mejor al conocer la posición díscola del Santander UK, no deja en buen lugar ni a bancos ni al propio gobierno británico. Tal parece que el volumen de crédito a las empresas dependerá de que los empleados  puedan repartirse más o menos dinero del beneficio bancario. Y esto, a poco más de dos año del inicio de la crisis financiera, no es muy presentable.

La política de remuneración bancaria ha sido considerada como un elemento responsable de la crisis bancaria. Los ejecutivos bancarios han adoptado a menudo excesivo riesgo sólo por el hecho de que una buena parte de su remuneración dependía de los resultados. Los mayores beneficios se obtienen siempre con mayores riesgos y esto ha hecho que bancos y compañías de seguros se adentraran en negocios y riesgos nada recomendables. La senda iniciada por el gobierno británico, que pagó una fuerte indemnización al antiguo gestor del Royal Bank of Scotland, banco campeón en perdidas, no parece la más recomendable.

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