¿Sabes cómo se despidió Beethoven del mundo?
Con gesto amenazador. Así se fue Beethoven. Aquel marzo de 1827, Viena despidió a otro genio de la música.
Llevaba postrado desde su regreso a Viena. La estancia en casa de su hermano Nikolaus Johann en Gneixendorf, a pocos kilómetros Danubio abajo, había acentuado sus problemas crónicos de salud. El viaje de vuelta a la capital, en pleno invierno, terminó de complicar las cosas. Al llegar a su casa de la Schwarzspanierhaus, lo tendieron en la cama, de la que apenas se levantó en las semanas que le quedaban de vida. Admiradores y amigos se apresuraron a visitarle. Todo tenía ya el aire de una despedida inminente. Los últimos días los pasó sumido en la semiinconsciencia. Finalmente, en medio de una tormenta, un relámpago iluminó la habitación, seguido de un potente trueno. En ese momento, Beethoven abrió los ojos y levantó el puño con gesto amenazador. Luego, lo dejó caer y cerró los ojos para siempre. Una escena llena de dramatismo a la altura del personaje.