Pies de barro para las entidades financieras chinas

Los elevados niveles de endeudamiento y el papel que juega la banca en la sombra preocupan mucho en el gigante asiático

«La economía china se enfrenta a un grado de endeudamiento que se sitúa en niveles históricamente muy altos y a una disminución de la contribución de la productividad al crecimiento. En este contexto, el reto de las autoridades es hacer compatible el doble objetivo de preservar la estabilidad financiera y de controlar el ritmo de desaceleración». Así resumió el Banco de España una de las grandes preocupaciones que sobrevuelan la segunda potencia mundial en un informe publicado hace pocos meses. Y el guión se ha ido cumpliendo.

Los datos que ofreció la entidad son elocuentes. La deuda total de China alcanzó en 2017 el 317% del PIB, y la que más ha crecido en la última década ha sido, con diferencia, la de familias y empresas. Esta última supera ya el 165% de la riqueza nacional, lo cual supone que se duplicó entre 2006 y 2017. «Esta deuda se compone mayoritariamente de préstamos a medio y largo plazo, relacionados con proyectos de infraestructuras e inmobiliarios, concedidos en gran parte por empresas públicas que están financiadas también por bancos públicos», analiza el supervisor bancario español.

 «La deuda de los hogares permanece en niveles todavía aceptables, en comparación con los estándares internacionales, pero también se ha incrementado de forma muy rápida, pasando del 11% del PIB en 2006 al 45% en 2016. Y el año pasado aumentó otro 13,5% más, el doble del conjunto de la economía. En este avance destaca el crecimiento de los préstamos hipotecarios residenciales, que constituyen aproximadamente la mitad de los pasivos financieros de los hogares», continúa el informe de la institución.

El problema, coinciden multitud de analistas, está en que una parte importante de esta deuda se ha financiado gracias a la rápida expansión de la banca en la sombra. Esto es, de las actividades que llevan a cabo entidades financieras fuera de los canales oficiales y, por tanto, con niveles mínimos de control.

Se estima que este sector maneja ya créditos por un valor superior al 80% del PIB chino. Por su parte, BBVA Research estima que la banca en la sombra representó el 50% de los préstamos bancarios y un 27% de los activos en 2016. Finalmente, el diario Financial Times advierte que, además, controla casi cuatro billones de dólares de lo que se conoce como productos de gestión de capital (WMP, por sus siglas en inglés), que no dejan de ser fondos de inversión caracterizados por su opacidad y la promesa de una revalorización que puede llegar al 20% anual.

No obstante, como apunta este periódico británico, ese frenesí está sustentado en dos asunciones que pueden terminar siendo erróneas. De un lado, que la economía china seguirá creciendo eternamente. Por otro, que el Gobierno impedirá que las inversiones se hundan, como hizo cuando intervino en la gran crisis de la Bolsa de hace dos años.

Zhang, un inversor de Shanghái que prefiere no dar su nombre de pila, es uno de los muchos convencidos de que el futuro será exactamente así. «Estos productos me los recomendaron en el propio banco para obtener una mayor rentabilidad. Lógicamente, no pongo ahí todos mis ahorros, pero estoy convencido de que son una buena inversión», explica pero sin llegar a tener realmente muy claro en qué ha invertido exactamente.

Sin embargo, una caída importante en el precio de la vivienda, que sigue siendo uno de los grandes pilares de estos productos, podría provocar el pánico y una grave crisis bancaria y social en el país. «El problema es que la falta de control sobre estos productos hace que nadie sepa cuál es su volumen real ni cómo se controlan», explica Xu Anqi, profesor de Economía en la Universidad de Fudan, en Shanghái. «Afortunadamente, los datos de este año apuntan a una caída en el crecimiento de este sector», añade.

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Nuevas regulaciones

El Gobierno también parece preocupado por el tamaño que está cogiendo la banca en la sombra, razón por la que en noviembre el Banco Central de China aprobó una nueva regulación para este tipo de productos de inversión, a los que ya había advertido a principios de año. Y, de momento, parece que está dando buenos resultados. Según Moody's, los activos de la banca en la sombra solo crecieron en 300.000 millones de yuanes (38.400 millones de euros) el primer semestre del año pasado. Parece una cifra abultada, pero apenas es un 10% de lo que se incrementaron en 2016.

«El aspecto positivo de esta situación es que la deuda está volviendo a canales formales. Así, aunque el problema perdura, resulta más fácil analizar su naturaleza y el grado de riesgo que representa», explicó Vishnu Varathan, jefe de Economía y Estrategia del banco japonés Mizuho, a la cadena CNBC.

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«China debe reducir su dependencia en el crédito fácil y dedicar su capital a usos más productivos», propone por su parte Andrew Collier, director de Orient Capital Research. «Claro que eso requiere de una banca más eficiente y una reducción del crédito a las empresas estatales», explica para concluir que «esperemos que Pekín haya aprendido de los fracasos del capitalismo sin causar una crisis financiera».

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