Maricá, el laboratorio brasileño de la 'renta básica universal'

El rojo inunda Maricá. De ese color lucen casi todos los edificios públicos de esta localidad brasileña de 150.000 habitantes,[…]

El rojo inunda Maricá. De ese color lucen casi todos los edificios públicos de esta localidad brasileña de 150.000 habitantes, laboratorio de la implantación progresiva de la renta básica universal.

"Al mundo le falta creatividad y Maricá pretende dar el ejemplo de una ciudad que sabe redistribuir su riqueza", afirma con orgullo Washington Quaqua, exalcalde izquierdista (2008-2016) de este municipio costero a una hora de Rio de Janeiro.

Quaqua es miembro del Partido de los Trabajadores (PT) que gobernó Brasil de 2003 a 2016 durante los mandatos de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, destituida el año pasado.

Golpeada por la recesión y los casos de corrupción, la formación obrera sufrió una derrota histórica en las elecciones municipales de octubre. Pero Quaqua consiguió que su delfín fuera elegido en Maricá, dado que él no podía presentarse por haber completado dos mandatos seguidos.

"Somos un laboratorio de la izquierda brasileña", insiste este ferviente admirador del Che Gevara desde su oficina decorada con retratos del revolucionario argentino-cubano, que pronto dará su nombre a un hospital local en construcción.

Moneda social virtual y Renta Básica Ciudadana

Quaqua lanzó hace tres años la Mumbuca, la primera moneda social virtual de Brasil. A través de una tarjeta magnética -roja, por supuesto-, los beneficiarios de los programas sociales reciben un "complemento de renta" para pagar compras de primera necesidad en algunos comercios.

Junto a esta iniciativa, Quaqua lanzó a fines de 2015 el proyecto de una "Renta básica ciudadana" (RBC), diseñado para beneficiar a todos los habitantes de Maricá, incluidos los bebés. Ese programa llamó la atención y la prestigiosa revista liberal británica The Economist lo mencionó en un artículo.

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El proyecto, sin embargo, todavía está lejos del salario universal de 750 euros que el candidato socialista a las elecciones presidenciales francesas, Benoit Hamon, prometió implantar por etapas, y en dos quinquenios, en caso de resultar elegido. Actualmente, solo las 14.000 familias más pobres de Maricá reciben una "RBC" modesta de 10 Mumbucas, lo que equivale a 10 reales brasileños (unos tres dólares al cambio actual).

Esta cantidad se añade a los 85 reales (27,3 dólares) de ayudas sociales mensuales que reciben ya estas familias cuyos ingresos no superan tres veces el salario mínimo brasileño (una suma equivalente a unos 900 dólares). Los jóvenes de 14 a 29 años y las mujeres embarazadas de baja renta tienen derecho a acumular estas ayudas a título individual.

Y la alcaldía de Maricá quiere dar un paso antes de que termine 2017: llevar la RBC hasta los 100 reales, aunque todavía no fija un plazo para su universalización.

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Pese a la recesión histórica que sacude a Brasil desde el inicio de 2015, el nuevo alcalde del municipio, Fabiano Horta, pretende financiar integralmente el proyecto gracias a la riqueza petrolera que espera ver "aumentar de forma exponencial en los próximos diez años".

Imparable hace una década, el sector petrolero brasileño se tambaleó en los últimos años víctima del hundimiento de los precios del crudo y del escándalo de corrupción que esquilmó a la estatal Petrobras. Pero el 'Campo Lula', un yacimiento en aguas muy profundas descubierto en Maricá, opera ya a plena capacidad.

"La ecuación fundamental consiste en hacer circular este dinero entre las capas populares estimulando la economía local", explica el nuevo alcalde. Por el momento, apenas 131 establecimientos de la ciudad aceptan la Mumbuca, menos del 10% del total, reconoce sin embargo la prefectura.

¿Por qué? Los comerciantes no reciben el reembolso de la alcaldía hasta 30 o 40 días después de que los titulares de la tarjeta roja hayan hecho sus compras.

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"Gracias a la Mumbuca, consigo comprar algunas medicinas y productos de primera necesidad, pero la carne sigue siendo muy cara", afirma Paula Pereira, de 34 años, al salir de una tienda donde ha comprado varias botellas de leche con esa moneda.

El concejal de la oposición Filippe Poubel denuncia por su lado la instauración de una "cultura del asistencialismo". "La gente quiere trabajar, ganar su propio salario con dignidad. Estarían mucho más contentos si la alcaldía creara empleos y les proporcionara una atención decente en el hospital", reclama.

"A los ricos les encanta ganar millones en beneficios fiscales, pero se ponen furiosos cuando se quiere dar cien reales a los pobres", critica Washington Quaqua.

En abril, el exalcalde viajará a Francia para difundir su experiencia con la renta básica universal pocos días antes del primer turno de las presidenciales.

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